Pido disculpas por referirme a un texto de mi autoría que define los sentimientos de la gran mayoría de los ecuatorianos “mi cuerpo desata un vendaval de mujeres” afirmo y cae como un sello en este preciso momento en el que los magos de la prestidigitación intentan su efecto distractor hacia el edificio de la policía en el que se perpetró el crimen de María Belén Bernal, mientras su nombre lentamente se desliza hacia las sombras; y es que el estado y sus instituciones acarrean una deuda inmensa con la sociedad en cuanto a los crímenes y femicidios. No se trata del cuerpo de una sola mujer y su asesino, puesto que el crimen únicamente logra develar la corrupción, machismo y salvajismo en el que vivimos; no se trata de Cáceres y su cabeza de turco ¡no! tampoco es una cacería de brujas hacia la policía es, simple y llanamente, la realidad emergente que vivimos las ecuatorianas en un país en el que se pone de manifiesto un asesinato que puede volverse emblemático y marcar con fuego a jueces, policías y demás autoridades gubernamentales. Necesitamos justicia, más allá de las politiquerías y los intentos de distracción consabidos; mientras escribimos estas líneas la cifra de mujeres rotas, descuartizadas, asesinadas sigue en aumento y los fugitivos van a la par con su saña y cobardía, es decir, la deuda moral que tienen los que gobiernan y que, supuestamente, nos protegen crece día a día. (O)
DZM
Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social con experiencia en coberturas periodísticas, elaboración de suplementos y materiales comunicacionales impresos. Fue directora de diario La Tarde y es editora.
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