El recuerdo del milagro de Los Andes se mantiene vívido en la pequeña localidad chilena de San Fernando, ubicada 130 kilómetros al sur de Santiago de Chile y desconocida para el mundo hasta que en 1972 se convirtió en el epicentro del rescate de los sobrevivientes del accidente aéreo.
El salvamento de los 16 uruguayos que se mantuvieron con vida durante 72 días en la cordillera marcó la historia de un municipio que a principios de los años setenta no superaba los 28.000 habitantes, según el censo de la época (hoy son 74.000).
En San Fernando y sus alrededores los deportistas recibieron las primeras atenciones médicas y alimentos. Se recuperaron en el antiguo Hospital San Juan de Dios y asistieron a la misa que se celebró en su honor en la capilla del mismo establecimiento dos días después del rescate.
“Nunca me olvidaré de San Fernando, del Hospital de San Fernando, que fue mi primera casa luego de resucitado”, escribió el superviviente José Luis Inciarte en una carta de agradecimiento al personal médico.
El investigador local Pedro Marchant, coautor del libro Participación Colchagüina en el Milagro de Los Andes, explica que “el primer apoyo que recibieron los sobrevivientes fue de la comunidad sanfernandina”.
Puente negro y los maitenes
La noticia del hallazgo de Roberto Canessa y Fernando Parrado, los dos uruguayos que abandonaron el fuselaje para buscar ayuda, llegó a la comisaría del pueblo precordillerano de Puente Negro, 17 kilómetros al sur de San Fernando, a través del arriero Sergio Catalán.
El jinete se encontró con los dos hombres de casualidad, mientras seguían el curso del río Azufre en busca de presencia humana. Desde el otro lado del río, intercambió mensajes con ellos envueltos en piedras y les prometió regresar con ayuda.
“De Puente Negro la noticia llega a San Fernando y se filtra por un señor que estaba denunciando el robo de su bicicleta, se percata de lo ocurrido y le cuenta al periodista sanfernandino Archibaldo Morales, que comprobó que era cierto”, comenta Marchant.
Tras ser rescatados, Parrado y Canessa fueron trasladados al rancho Los Maitenes, donde pasaron su primera noche fuera del fuselaje del avión y se prepararon para la evacuación del resto del grupo que se había quedado en el lugar de la tragedia.
Fue también en Los Maitenes donde recibieron los primeros auxilios y dieron la primera entrevista que causó un alto impacto y expectación mundial.
“De repente nos dicen que podrían haber sobrevivientes, después dos meses, y era increíble, por eso pedí un cámara y partí a San Fernando”, explica el periodista Alipio Vera, el primero en entrevistar a los dos sobrevivientes.
“Estaban totalmente deshidratados y muy delgados. Les tomé la presión y la temperatura y estaban bien, pero querían descansar porque habían pasado todo el día de ajetreo y traté de no molestar más”, cuenta José Bravo, exsuboficial de la Fuerza Aérea (Fach) y primer enfermero que los atendió.
“El mundo los esperaba”
“San Fernando, Chile, Urgente. Los uruguayos desaparecidos hace más de dos meses en Los Andes están vivos”, informó Archibaldo Morales desde radio Portales de Santiago apenas confirmó la noticia, relata Marchant en su libro.
El titular traspasó fronteras y el mundo fijó su atención en Chile y San Fernando. El rescate de los otros 14 uruguayos que habían permanecido en el lugar del siniestro fue seguido por miles de personas.
“Las calles estaban llenas de gente. Desde arriba, parecían hormigas: estaba todo San Fernando observando los helicópteros [de rescate]”, recuerda José Bravo.
“El mundo los esperaba: se sabía que estaban vivos y se sabía que eran 16 los sobrevivientes. Fue un asombro internacional y San Fernando era el centro de esta noticia”, añade Marchant.
Desde ese día, el municipio ha conservado la memoria de este episodio, considerado una tragedia, para unos, y un milagro, para otros. En sus calles se pueden ver murales, esculturas y memoriales a los 16 sobrevivientes y a los rescatistas e integrantes de la Fuerza Aérea que los salvaron.
“Por unos días se olvidaron todos los problemas que teníamos en ese tiempo. Nuestra sociedad quedó muy marcada por esta verdadera epopeya”, cierra Alipio Vera. EFE