Pocos días atrás, y como lo certifica un video hecho público la semana pasada, se ha llevado a cabo una reunión bastante rara en la casa de vivienda del presidente de la Asamblea Nacional, y a la cual han asistido el presidente de la Corte Nacional de Justicia y el jefe de la bancada legislativa social cristiana. Inentendiblemente, y a pesar de la relevancia de los personajes mencionados, de la reunión nadie sabía nada. Posteriormente y, video “en mano”, un periodista abordó a cada uno de los dos asambleístas asistentes al “cónclave” y les inquirió sobre cuáles habían sido los motivos para tal evento y cuáles los temas que se trataron, a lo que ambos reaccionaron con estupor, primero tratando de negar el encuentro y luego incurriendo en contestaciones más incoherentes que las de un marido pillado a la salida de un motel.
Tratando de no hacer malos juicios, hemos averiguado que en la reunión, además de que se degustó de un cafecito “de entreldía”, se conversó sobre tres temas, a saber: los resultados de la última apelación que hiciera la federación chilena de fútbol sobre la nacionalidad del futbolista ecuatoriano Byron Castillo, nuevos avances en la receta del “dulce Jesús mío” y unos últimos toques al manual para efectuar reuniones clandestinas. Como se puede ver fácilmente, el encuentro no implicaba temas escabrosos ni peor planes obscuros o maquiavélicos.
Surge entonces la pregunta del millón: si la reunión era tan virginal, tan inofensiva y con tan evidente olor a santidad, ¿ por qué semejante susto de los asambleístas asistentes al sentirse descubiertos en su inusual encuentro?, porque no creo que a nadie habrá escapado la notoria palidez del rostro, el tartamudeo evidente y la delatora risa nerviosa que exteriorizaron los ciudadanos del cuento cuando el periodista, a boca de jarro y con santo y seña, les preguntó sobre el tema, ¿Será que a pesar de los mea culpa y los propósitos de enmienda, se insiste en manejar al país y sus instituciones entre gallos y medianoche?, ¿Será que los ecuatorianos tenemos que irnos acostumbrando a ver muchas más caras pálidas en nuestro cotidiano vivir? (O)