En la actualidad se ha profundizado aún más la brecha que hay entre las promesas de los políticos y sus realizaciones efectivas, el pueblo ha advertido las deficiencias de los mismos, pero no ve la manera de elegir a gobernantes respetables y dignos.
En los países donde reinan la corrupción, la impunidad, la mentira, el miedo y la ignorancia, no hay espejo en donde contemplar nuestra alma. La vida sin libertad y justicia es como un cuerpo sin alma, y la libertad sin pensamiento es como un espíritu confuso.
La vida digna, la democracia y la libertad de expresión, son una trinidad, duran siempre y no pasan jamás. Los gobiernos autoritarios y populistas podrán encadenar nuestras manos, atar nuestros pies, incluso arrojarnos a una sombría prisión; pero jamás podrán reducir nuestro espíritu a la esclavitud, porque es por naturaleza libre.
En mi despertar de cada día, encuentro a la esclavitud que induce a una nación al terror y cumplir con las leyes y reglas impuestas autoritariamente por el gobernante o el dictador de turno, como el caso de Venezuela y Nicaragua; encuentro a la esclavitud sutil, que nombra a las cosas de otra manera….llamando manos limpias y corazones ardientes, a la astucia, vacío a la sabiduría, debilidad a la ternura, cobardía y atentado a la seguridad del Estado al firme rechazo a la mentira, la corrupción y al autoritarismo.
Tengo pena de los miles de esclavos que por unos cuantos dólares han vendido su libertad y dignidad; porque veo que abrazan ciegamente las mandíbulas de las bestias feroces con una tranquila bienaventurada inconsciencia, sin sentir el veneno de las víboras sonrientes y cavando sus tumbas con sus propios dedos sin siquiera darse cuenta de ello.
Aprovechándose del hambre, la miseria y el analfabetismo político en el que viven inmersos sus pueblos, falsos profetas, mesías tropicales, AVIVATOS cubiertos con ponchos dorados, aventureros de la política, de diferente índole; emergiendo del anonimato han llegado al poder, convirtiendo a la democracia en una cueva oscura por donde se arrastran los reptiles de la hipocresía y de la falsedad.
Creer en la democracia es una cosa; vivir y gobernar conforme a esta creencia, es otra. La pérdida de la libertad acompañada del silencio del entorno, no dignifica a un país democrático y soberano.
Recordemos que: para la campaña electoral EL LOBO SE VISTE DE OVEJA, para obtener el voto de los incautos soñadores. (O)