Santiago León
Es la primera vez que en Cuenca un grupo de ciudadanos toma justicia por mano propia y asesina a un presunto delincuente, quien supuestamente minutos antes de su ajusticiamiento habría intentado robar en un hostal, por San Joaquín. ¿Qué los motivó a tomar esas acciones extremas? Pues podría ser la falta de confianza en el sistema judicial más la oleada de inseguridad que vivimos.
Ante los constantes robos, los barrios se han organizado para formar brigadas de seguridad. Los vecinos ejecutan rondas para ahuyentar a los delincuentes que acechan a cada momento. Sin embargo, una mujer por poco es linchada por una brigada en San Miguel de Putushí, luego de que la confundieran como una amiga de lo ajeno. Afortunadamente, la joven pudo escapar en su vehículo en medio de la turba enardecida.
Pero no es el único caso. Recuerden también que un hombre tuvo que disparar a dos sujetos en Challuabamba, para evitar que ingresen a una vivienda. Y claro, también ha pasado que ciertos pillos han sido atrapados y recibieron sendas palizas por tratar de robar a las personas.
Es que la población ha llegado al punto del hartazgo. La falta de controles los ha obligado a organizarse y tratar de defenderse del hampa a toda costa. Causa impotencia mirar como nuestros amigos o familiares son víctimas del robo. Se les llevan todo su patrimonio y en el peor de los casos son agredidos hasta causarles la muerte.
Usted ya no está seguro ni en su propia casa. Las puertas eléctricas, cercados, alarmas, cámaras de vigilancia, trancas y ningún tipo de dispositivo tecnológico le garantiza seguridad. Por ello, algunos ciudadanos han empezado a dotarse de armas para protegerse.
Poco a poco Cuenca se va sumergiendo en el poder de las bandas delincuenciales. Esperemos que las autoridades actúen y no permitan que se pierda el control, como ocurre en Esmeraldas. (O)