Sucede que cada 3 de noviembre llegan a Cuenca los presidentes de la república a rendirle homenaje por su aniversario de independencia.
Y se mandan unas lisonjas dignas de una antología universal.
Quién también las escribirá; pero, de verdad, que son “fuera de serie”, de ensoñación, de hasta llevarlas al pentagrama y de plasmarlas en placas de mármol.
Los presidentes las leen con vehemencia viéndoles la cara al alcalde de turno, a la Chola Cuencana vestida así para la ocasión, y medio confundidos al mirar que hay Reina de Cuenca, Reina de los Barrios de Cuenca, y hasta hace poco, hasta Reina de los Mercados.
Les sobran los adjetivos, los signos de admiración; y hasta pareciera que resucitan los héroes habidos y por haber al escuchar lo que de ellos hablan esos señores venidos de tan lejos, ataviados con banda presidencial y sedientos de aplausos, que los cuencanos les dan sin beneficio de inventario.
Nos alaban diciendo que tenemos la mejor agua potable del país y los creemos y se nos hincha el pecho; que hemos recibido ni si cuántos miles de millones de dólares como en ningún otro gobierno y los creemos; que somos la cuna de las letras y del civismo y ni si de cuantas vainas más y los creemos; que somos la tierra donde no hay corruptos ni vivísimos y los creemos; que flotamos en oro y cobre que jamás serán explotados y los creemos; que somos los mejores electores porque votamos con inteligencia y los creemos; que tenemos sabios hombres dignos de nombrarles ministros, subsecretarios, cónsules, embajadores y hasta pasadores de tinto en Carondelet porque nunca pierden la humildad y prefieren el “Zhumircito” al Chivas Regal y los creemos; que seguimos siendo conventuales, cuyerísimos, fieles, huarmis, de leva y de saco, poco nocturnos, y más cantadores que nunca y los creemos; nos instan a reclamar por qué en la Biblia no han puesto que hacemos las mejores guaguas de pan y colada morada del mundo y los creemos…y los aplaudimos.
Ah, y que de pura gana jodemos por la pésima vialidad; y que si hasta lloramos por eso, ha de ser porque como lloramos en el Día de los Difuntos, el 2 de noviembre, las lágrimas nos sobran hasta el 3 de noviembre.
Y este 3 de noviembre no será la excepción. Don “Zapatos Rojos” vendrá con todo su repertorio. Que sí se construirá el acceso sur; igual los redondeles y ni si que otras obras más en la Cuenca-Azogues; que la autopista Cuenca-Guayaquil será una real realidad; que la Cuenca-Girón-Pasaje…; que a las Rosendas de Cuenca se les ha dado créditos al 1% con un siglo de gracia. En fin.
¿Qué nos creen giles? ¿Somos mismo giles? ¿Reclamamos como giles? ¿Tenemos autoridades giles? ¡Al diablo tanta gileada! (O)