Nunca le creí tan osado a don Pedro, tan seguro de sí mismo, tan pero tan confrontativo, como cuando dijo ser “la mejor opción” que tiene Cuenca para la alcaldía.
Y más todavía cuando, nada menos que en la sesión solemne del Concejo Cantonal por los 202 años de independencia de la ciudad, se dio el lujo de decir que está segurísimo de su reelección.
A más de uno, don Pedro les habrá dejado helados. A otros les habrá “hecho brincar”. Otros habrán reído aunque sea pasándose unos salivazos de medio cuarto.
Será por provenir de familia de galleros, que el hombre se ha puesto espuelas de carey. Está dispuesto a no abandonar el sillón municipal. A dejar sin plumas y con el pico en el suelo a sus adversarios, a sus “memeógrafos”.
Ni don Xavier, ni don Corcho, ni la Chola, en sus mejores momentos tuvieron semejante altisonancia cuando buscaban la reelección.
A ellos les mató la movilidad. Los baches que brotaban como hongos en la avenida de Las Américas (1996) le tragaron vivo a don Xavier. Suficiente para que surja don Corcho casi de la nada. Cuando este buscó su segunda reelección, según sus íntimos colaboradores su “neciura” de cerrar al tráfico vehicular la avenida 12 de Abril le puso un stop. ¿Se acuerdan?
De semejante yerro político se aprovechó la Chola como le dicen y gusta que le digan al “ingeniero Marcelo”, y ¡zas! alcalde. Pero cuando intentó su segunda reelección, el tranvía le pasó las rieles encima con chofer y chulíos incluidos.
Entonces asomó, asimismo de la nada, don Pedro, y “sin querer queriendo” fue electo de entre trece candidatos. La “torta electoral” se dividió. Ganó con lo justo. Por eso los “malosos analistas” dijeron que no tenía legitimidad.
Y le terminó gustando al hombre el poder. Y para retenerlo es capaz de todo, como la de creerse goleador, trapecista, guapetón; de creer que las escaleras permiten subir pero no bajar, o que el pueblo se dejó chupar su memoria.
Bueno, está en su derecho. A lo mejor confía en que entre diez candidatos le volverá la quiniela. O que la gente no tiende de dónde escoger. O que sus contendientes, políticamente “no son ni chicha ni limonada”.
Pero, ¿qué “demonios escondidos” o cuentas pendientes tiene don Pedro como para que el electorado termine castigándolo como hizo con aquellos tres susodichos? ¿O lo premiará?
Como dicen que el electorado cuencano es el más inteligente del hemisferio a la hora de votar, les dejo el deber.
Pero lo que es don Pedro, él ya está en campaña. ¿No le han visto escarbando y cacareando por toda la ciudad como gallina runa en busca de gusanillos, de un gallo, o dónde poner huevo? (O)