Estamos viviendo ya épocas electorales, cómo negarlo. Una suerte de campaña sin campaña en la que los candidatos proponen poco y acusan mucho desde las distintas redes sociales y medios de comunicación, sobre todo. Y creo que es oportuno, ahora mientras estamos a tiempo, el reflexionar sobre el rol del periodismo y los medios en este escenario.
Y no pretendo caer en el lugar común ni cometer el despropósito de decir que “todos los medios” o que “todos los periodistas” asumen una posición electoral. Sería injusto, en una ciudad de la altura intelectual de Cuenca, dónde existen referentes periodísticos a nivel nacional. Pero también es cierto, como dice el gran periodista colombiano Juan Gossaín, son pocos los que se escapan y son muchos los que actúan más como empresas que como medios de comunicación. Y la gente lo sabe y lo cobra caro, escuchándolos cada vez menos a la hora de votar y se prefiriendo la visceralidad y la información no contrastada de las redes sociales, lo que es muy peligroso.
Claro, la objetividad absoluta no existe. Filosóficamente hablando, todos somos subjetivos (porque somos sujetos) y no podemos ser totalmente objetivos (porque no somos objetos). De acuerdo, de allí que un medio tenga derecho a asumir posiciones, siempre y cuando lo haga en espacios como este, en columnas y programas de opinión, donde es el autor, no el medio, el que asume la responsabilidad, como asumo yo (y solamente yo) cada palabra de este y todos mis artículos del pasado. Pero esto, hay que dejarlo muy claro, no sucede en las noticias. Un medio no puede, ni debe, escoger las noticias para convertirlas en opinión, llenándolas de adjetivos y subjetividades. La realidad está hecha de sustantivos, no de adjetivos.
Ni lassistas ni correístas… ¡sino periodistas caramba! ¿Usted trabaja para un periódico o una radio? No, usted trabaja para la opinión pública y el medio es la tribuna desde la cual el verdadero deber es informar con la verdad, siempre la verdad, oportunamente e imparcialmente. Sí, ya lo dice Gossaín: “No hay nada que lo honre más a uno que saberse pregonero de la verdad…” (O)