Un Congreso y lo que me faltó decir     

El viernes 25 terminó el III Congreso de ética y Bioética que organizó la Universidad Católica de Cuenca que fue un éxito por la calidad de los temas tratados sobre la naturaleza, la cooperación para ser más como sociedad fraterna y desde luego los factores científicos, y que, abordados con lucidez única, nos permiten valorar en su sentido trascendental La Vida que nos alienta.

En la ceremonia de clausura se procedió por resolución del Consejo Universitario a reconocer el aporte de los ciudadanos que por su servicio a la sociedad reciben las “Insignias” que dan testimonio de tal reconocimiento. Los que así hemos sido honrados, somos: Ana L. Borrero Vega, Cecile M. Durán Rendón, Claudio Malo González, Gustavo Vega Delgado, Mario Jaramillo Paredes, Javier Herrán Gómez, Juan Morales Ordóñez y Hugo Darquea López. 

En realidad, estimo que todo lo que somos y en gran medida lo que se hace o deja de hacer, es el resultado de la conciencia con que se actúa, por tanto, proviene de los valores y principios que recibimos desde la familia y la comunidad social   en la que nos realizamos y a las que nos debemos. Por eso en estas circunstancias de tanta generosidad de quienes así han querido darnos este reconocimiento, quiero expresar lo que me faltó decir al recibirlo, que nuestra gratitud es para todos aquellos a quienes hemos pretendido servir, pidiéndoles más bien perdón por no haber sido lo suficientes en eficacia y entrega, para cumplir con el deber de dar lo mejor de nosotros al bien de la sociedad y de cada una de las personas que nos hacen posible cumplir con el deber de servicio y entrega. (O)

CMV

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.

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