La Amazonía enfrenta una creciente ola de desastres asociados a eventos meteorológicos extremos y Ecuador figura entre los países más afectados.
Así lo revela un estudio que analizó la frecuencia y los impactos humanos y económicos de los desastres climáticos entre 2013 y 2023.
Este fue publicado en Environmental Research Letters y presentado en la COP30, que se desarrolló por primera vez en la Amazonía, en Belém do Pará y concluyó el 22 de noviembre de 2025.
La investigación, desarrollada por un equipo internacional del programa Fulbright Amazonia, evaluó cómo los eventos extremos —inundaciones, incendios, sequías y deslizamientos— afectan a las poblaciones amazónicas.
Se registraron 12.541 informes de desastres, que afectaron a más de tres millones de habitantes de la Amazonía y dañaron más de 100.000 infraestructuras públicas en un solo año.
Juan Pablo Iñamagua, profesor de la Universidad de Cuenca y coautor del estudio indicó que se observaron registros climáticos de Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador y Perú.
Ecuador, especialmente vulnerable
El estudio identifica al territorio amazónico ecuatoriano como una de las zonas con mayor número de desastres.
La combinación de topografía accidentada, lluvias intensas y actividades humanas —como deforestación, apertura de vías o minería ilegal— amplifica el riesgo de deslizamientos, sobre todo, en la transición Andes–Amazonía.
Los datos muestran:
- 41 municipalidades amazónicas reportaron más de 50 desastres.
- 10 municipalidades superaron los 100 eventos, 8 de ellas en Ecuador.
Los cantones con más deslizamientos registrados son:
- Zamora: 313
- Limón Indanza: 251
- Morona: 180
- Pastaza: 152
- Palanda: 146
- Santiago: 136
- El Chaco: 34
- Mera: 119
- Tena: 80 deslizamientos y 75 inundaciones
Iñamagua explica que estos datos son una alerta para los gobiernos locales y nacionales, al mostrar dónde se repiten los eventos extremos y dónde priorizar planificación, prevención y adaptación.

Problemas en la recopilación de datos
El estudio también evidencia la falta de estandarización y acceso a la información: formularios en PDF, bases cifradas, información desactualizada o incompleta complicaron el análisis.
Iñamagua señala que fue necesario contactar a ministerios y gobiernos departamentales para obtener datos básicos.
Incluso así, Venezuela, Guyana y Surinam quedaron fuera de La investigación, por lo que los 12.451 desastres reportados representan una cifra subestimada.
El experto señaló que es urgente que los países amazónicos coordinen sistemas de registro y acceso a información en tiempo real, para que grupos de investigación puedan conocer la situación en otros países y cómo están dando respuesta.
“Los desastres que no se contabilizan, no se pueden atender», mencionó Liliana M. Dávalos, Profesora de Stony Brook University y co- autora de correspondencia del artículo.
«Esta es una oportunidad para coordinar la colección de datos ante la magnitud de eventos que podrían ocurrir debido al cambio climático».
Patrones regionales
El mapa de desastres revela patrones:
- Ecuador y Colombia: predominan los deslizamientos de tierra, sobre todo en zonas de transición Andes–Amazonía.
- Brasil, Perú y Bolivia: predominan los incendios forestales y sequías, aunque también enfrentan inundaciones intensas.
Las afectaciones incluyen carreteras, escuelas, centros de salud, sistemas de agua y pérdidas económicas aún no cuantificadas.
La alternancia entre sequedad extrema e inundaciones severas está asociada al cambio climático.
Implicaciones para la política pública
Iñamagua señala que conocer estos patrones permite:
- Planificar ordenamiento territorial basado en riesgo.
- Contar con maquinaria y recursos permanentes para atender deslizamientos recurrentes y no haya cierre de vías
- Fortalecer programas de alerta temprana.
- Establecer intercambios entre municipalidades para aprender de experiencias exitosas.
- Crear sistemas integrados de monitoreo y alerta temprana compartidos entre países.
- Estandarizar los reportes de desastres para análisis regionales.
- Garantizar acceso público y oportuno a los datos.
“No todo se puede evitar, pero sí reducir el impacto. Si un cantón ha sufrido cinco deslizamientos en 11 años, es casi seguro que volverá a suceder. La preparación no puede seguir siendo reactiva”, afirma Iñamagua.
Llamado a la cooperación amazónica
Aunque la Amazonía suele destacarse por su biodiversidad y la cantidad de carbono que almacena, este estudio es el primero en cuantificar desastres naturales asociados al clima con datos subnacionales y comparables entre países.
Ane Alencar, Directora Científica del Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonia (IPAM) de Brasil y coautora, explica que Sudamérica se vuelve más caliente y seca, pero la dimensión social de los eventos extremos no había sido medida.
Rayane Pacheco, investigadora postdoctoral de la Universidad de Bristol, explicó que el estudio surgió de la inquietud de explorar cómo las inundaciones, los deslizamientos de tierra y los incendios están modificando la vida de las poblaciones amazónicas.
Los investigadores advierten que la Amazonía ya vive los efectos del cambio climático y que los desastres serán más frecuentes y severos por lo que la región no puede esperar para actuar.
Sabina Ribeiro, de la Universidad Federal de Acre, señaló que los impactos van más allá de las fronteras.
“Es crucial ver la Amazonía como un sistema unificado, con respuestas transfronterizas a impactos transfronterizos. Los países deben trabajar juntos ante los desafíos”, concluyó.
DATO
- El resumen del estudio fue entregado a la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) en la COP30. Y todos los datos han sido puestos a disposición pública.
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