En una de las bellas plazas de la ciudad, la estridencia, improperio, bajeza humana, sandez, por decir lo menos, se erigió entre danzas frenéticas de enloquecidos artistas, con música -si se puede llamar así a semejante despropósito rítmico- estruendosa y llena de obtusas consignas y epítetos miserables. Es una pena Sr. Prefecto J Lorret, que …



