Todo inicio de año trae su retahíla de promesas. Las primeras, que por regla general están hechas de buenas intenciones y nos llevan rectito al infierno, son irrealizables, porque las fraguamos en el crisol de las utopías caseras. Posiblemente en un chuchaque negro. Cuando el temblor perléptico que cargamos no se cura ni con una …



