La Asamblea Nacional se ha convertido en una institución en la que “todo puede pasar”. En otras palabras, nada de lo que suceda en su interior causa admiración: maniobras, triquiñuelas, gastos ilegales, diezmos, empanadas caras, masajes como para jeque árabe, nepotismo, arreglos bajo la mesa, etc. Pero lo que acaba de suceder la semana pasada …











