
La comunicación en el nivel gubernamental, entre otras cosas, implica la interacción, y a veces conflicto, entre el gobernante y la sociedad, en buena medida representada en la clase política, instituciones y sus diferentes actores. Para poder intervenir en esos niveles es fundamental mantener a esos públicos informados sobre el quehacer político, los objetivos y alcances de la gestión, por lo general con un enfoque estratégico, es decir, con una intencionalidad específica. Esta interacción suele ser dada a través de una vocería.
Existen diversas formas de ejecutar la vocería gubernamental, sin embargo, estas corren el riesgo de fallar cuando al ser delegadas a niveles ministeriales, sin el cuidado adecuado en las formas y en el fondo, se resta coherencia y fuerza. También porque ante la falta de confirmación de datos, las vocerías quedan expuestas a la pérdida de credibilidad, recurso indispensable para una vocería eficiente. Se sabe que cuando el vocero miente, pierde su calidad de tal y termina siendo un lastre no solo para la comunicación sino para la gestión política.
Desde hace unas semanas, vemos en el gobierno del presidente Noboa un esfuerzo por consolidar una vocería compuesta. Más allá de los temas específicos, el gobierno se debate entre las contradicciones del viceministro Torres, los exabruptos de la asesora Jácome y los esfuerzos de la secretaria Vélez. Sin embargo, ninguno de los tres habla sobre cómo el Ecuador resuelve los problemas urgentes de la ciudadanía, ni cuáles son.
La agenda, de acuerdo con estas vocerías, ha sido sobre la transformación del ministerio de la Mujer, la corrupción en la candidata Verónica Abad, lo nefasto que sería que se posicione como presidenta, de tener que solicitar licencia el presidente Noboa, el dudoso cariño maternal, y, más recientemente, el apoyo que le ha dado el correísmo, así como el cambio de fuerzas en la Asamblea. Nada de esto tiene pruebas y, más bien, son acusaciones que, además de sufrir cambios con los días de esta semana, no se enfocan en elementos de urgencia económica como el efecto inflacionario debido al incremento en el valor de la gasolina y el impuesto al IVA, la negociación con el Fondo Monetario Internacional, el conflicto contra la violencia, particularmente en Manta, etc.
La vocería debería permitir visualizar la agenda gubernamental sobre las próximas semanas, la que hoy se ofrece, sólo sirve de distractor para evitar hablar sobre lo que podría, en el corto plazo, comprometer profundamente el bienestar económico de la ciudadanía. (O)