Cuando Amaru Zeas tenía 21 años viajó a Estados Unidos. Se había endeudado y dejado una vida que tenía en Cuenca porque quería cumplir un sueño: trabajar en el mundo de los videojuegos y de las películas. A diferencia de otras historias en las que el futuro es desconocido, Amaru tenía claro que, en algún …











