Anhelamos, por supuesto, aquellos días. La paz cotidiana de aldea, los apacibles cafés a la hora del crepúsculo, los campanarios a contraluz, la memoria de los pasos serenos en la noche descalza que ahora se deshoja como un viejo libro en medio de este otoño inesperado. La paz que se pierde en la memoria mientras …











