Soy creyente. Nací creyente. Mis padres, abuelos y mi pequeño entorno social fueron creyentes. Carecíamos de muchas comodidades, pero nos sentíamos bien, anclados en principios básicos, devotos de María y amigos de Jesús. El pueblito de Sígsig fue nuestra metrópolis, la palabra de los mayores nuestros códigos y sus decisiones valían más que las sentencias …










