Llegado el día y palabras ecuánimes tocaron las fibras más íntimas de quienes mantienen la esperanza, un formato discurso que concatenó optimismo y anhelo para los que preferimos por el cambio.
Un periodo de gobierno que pretende en los próximos cuatro años reestablecer lo que a miradas y percepciones de muchos es aún expectante; sin embargo, en la oratoria se volatizó una conexión con el público, insisto, fue inspirador… Una invitación colectiva hacia algo nuevo.
Ahora queda cogobernar desde nuestras “trincheras” y con toda la convicción de una real participación ciudadana, nuestra voz tiene que ser escuchada y tiene que ser ahora porque el formato también contuvo eso, formas y dimensiones de diversas realidades y particulares necesidades que van desde lo individual hacia lo colectivo.
Los equipos se conformarán acorde a la meritocracia y la cualidad humana; incluso también, conforme acuerdos estratégicos por y para la debilitada gobernabilidad; aquellos y aquellas sabrán poner el hombro para la ideación, planificación y ejecución según atribuciones y competencias, sin dejar de mirar al todo como un solo todo, nuestro país.
Caminando entrelazados hacia una viviente exhortación ciudadana, estamos aquí para defender uno de los legados más valiosos de todo patriota, un estado fértil y próspero. (O)