Todos comentan que la desbandada de varias de las figuras políticas en la RC responde a ese afán ególatra de trascender más allá de la realidad. La volátil concepción partidaria del antes y después de la finalización del mandato de Correa, resquebrajó los cimientos que sostuvieron ese período de miedo en el país.
La aparición de eternos perdedores, bastante ilusos en sus criterios y enfoques, como Araúz y Luisa fue socavando la ya debilitada posición “ideológica” de la RC. Por eso se han alejado militantes fuertes como Marcela Aguiñaga, Gustavo Jalk, Aquiles Alvarez, los aparentemente presidenciables, sin ninguna posibilidad de ser candidatos por el afán megalómano de poner solo a los amigos cercanos, sin criterio formado, genuflexos ante las órdenes de un abadejo de lo último.
Y existe otro grupo que pasó del protagonismo insulso, al silencio, al exilio de la palabra, al anonimato, luego de una faena de berrinches, insultos a la inteligencia, bravuconadas de teatro de callejón. Allí están las cuatro insulsas: Viviana Veloz, Pamela Aguirre, Paola Cabezas y Mónica Palacios siempre en la pelea, recibiendo órdenes para fomentar la discordia, el pugilato, las extrañas señales para destrozar la institucionalidad, quienes pasarán a la historia por no haber producido un medio gramo de aportes en leyes para el país.
A quienes regresaron para buscar nuevamente la calumnia y la difamación, la sociedad les ha parado en seco. Ricardo Patiño fue vapuleado por periodistas como Milton Pérez quien en una entrevista en TA le dijo “ves que es feo” mientras este pelafustán pretendía victimizarse diciendo que Niels Olsen, presidente de la AN, no le daba la palabra. O ese zarpazo que le dio la justicia a la tristemente célebre Mireya Pazmiño, cuando en el período de la legislatura anterior, impulsó acusaciones falsas en contra de Guillermo Lasso, ahora archivadas, pero que en su momento alimentaron un pretendido juicio político para destituirle de la presidencia, culminando con el decreto de la muerte cruzada.
En esta nueva era, dos proyectos de ley con el carácter de urgente fueron enviados por el presidente Noboa a la Asamblea Nacional; el uno denominado “Ley Orgánica para Desarticular la Economía Criminal Vinculada al Conflicto Armado Interno” que busca terminar con ese financiamiento putrefacto generado por las actividades ilícitas y fomenta la creación de grupos armados generando inseguridad a todo nivel, y que, por cierto, no le gusta para nada al correísmo. El otro, el proyecto de “Ley Orgánica de Innovación y Fortalecimiento de la Gestión Pública”, orientado a transformar los procesos de contratación pública del Estado, aspiración de larga data para romper con ese mamotreto de la actual ley creada por la desacreditada Asamblea Constituyente en agosto de 2008, para entorpecer procesos, y fomentar la corrupción a todo nivel.
Ventajosamente ahora los asambleístas inician la semana de trabajo desde el lunes, por lo cual ya no correrán para cumplir los tiempos; se podrá escuchar a los sectores involucrados en cada una de las temáticas propuestas. Que esta realidad perdure hasta devolverle al Ecuador la dignidad, y la tan ansiada modernidad, por ahora, del poder ejecutivo. (O)