Los genocidios en Gaza y en Ucrania, continúan sembrando en lo profundo de nuestros corazones, una voz de elevada protesta. A través de estas letras trato de recoger el cereal para los hambrientos de justicia y libertad, aspiro que mi pluma sea una lámpara de aceite y la coloco en la ventana de este espacio, para que ilumine el camino de la paz y la justicia.
Escribo estas palabras porque siento el dolor de tanta víctima inocente de conflictos en los que no tiene ninguna culpa, y si el destino me impidiera sentir esto, entonces mi vida no tendría ningún significado.
La humanidad se enfurece como la tempestad, pero suspiramos en silencio frente a la tragedia de los ucranianos y los gazatíes. Grandes intereses económicos y geopolíticos, son los que han provocado en Ucrania y en Gaza desastres humanitarios de gran magnitud.
Las voces de nuestros hermanos ucranianos y gazatíes son débiles, frente al poderío de los sátrapas de Putin, presidente de Rusia, y de Netanyahu primer ministro de Israel, carniceros de Ucrania y Gaza y de todos los judas que los apoyan.
Al ver las fotografías macabras de los bombardeos contra algunas ciudades de Ucrania y de la Franja de Gaza cometidas por los sanguinarios déspotas antes mencionados, y puestas en conocimiento por los diferentes medios de difusión pública, dejé de lado el libro que me encontraba leyendo, porque mis visiones acallaban las palabras y volvían las páginas blancas para mis ojos, y luego exclamé: ¡Te escucho hermano ucraniano y gazatí! Oigo tu llamado del otro lado del mar, y siento el amargo sabor de tus lágrimas; luego abandoné mi lecho y caminé por el pasto de mi jardín, el rocío de la noche mojó mis pies y los bordes de mi vestimenta, y bajo las flores de los geranios, el cielo tejió un velo de luz de luna y lo desplegó sobre mi habitación en la que escribo estas letras.
Los gemidos y los lamentos de las víctimas de la cruel agresión a Ucrania y la franja de Gaza, llegan a mí como una procesión de tinieblas que no se detiene frente a mis sueños de paz, justicia y libertad; entonces digo a mi corazón: cálmate hasta que llegue el día de la libertad para Ucrania y Gaza, pues quien luego de una oscura y lúgubre noche, aguarda el día con paciencia, lo hallará la luz, quien ama la luz, será amado por ella.
Confieso que, al elaborar este artículo, unas pocas lágrimas surcaron por mi entristecido rostro. Las lágrimas cuando son derramadas al sentir el dolor ajeno, limpian el corazón de la suciedad, del odio y enseñan al ser humano a compartir las penas de aquellos que tienen el corazón roto.
Es duro admitir, que es característico del ser humano ser muy sensible a los propios dolores e insensible a los sufrimientos de los demás. (O)