Tenía once años cuando por primera vez toqué un concertino para piano (pequeño concierto de una sonatina de dos partes, en la cual se acompaña al solista con otros instrumentos musicales en grupo), del compositor italiano Muzio Clementi. Fui la pianista solista acompañada de una orquesta sinfónica.
¡Vaya nervios fueron aquellos! Si bien ya llevaba unos cinco años estudiando piano, teoría musical y solfeo, el aprendizaje de la realidad de seguir al director de orquesta con su batuta en el centro del escenario y entender su lenguaje corporal, fue algo muy empírico. Los ensayos sirvieron para acoplar los instrumentos, y en esos instantes trataba de reconocer cómo mi interpretación se acoplaba al resto de instrumentos de viento, cuerdas, y percusión… aunque posiblemente era al revés y más bien ellos iban según mis arpegios.
Esa fue mi primera orquesta, pero esta semana, pude apreciar en el Teatro Sucre una orquesta infantil-escolar de más de 70 niños. Mi emoción no se originaba en nervios propios ni ajenos. Mi asombro fue, ¡Vaya niños aquellos! Pequeños de 9 y 10 años tocando un instrumento musical que cada uno eligió después de una correcta y oportuna inducción que les ofreció su escuela hace un año. En ese entonces, experimentaron con cada opción, se enamoraron de un timbre en especial, de la forma de los metales o las maderas, del tono agudo o grave que ejecutaron, de la posición de su cuerpo al tocarlo.
Me ha llenado de alegría ver cómo estos niños estaban seguros en sus nociones musicales al encontrarse con la mirada del director, entender el cierre de la melodía, ponerle ritmo a cada canción, bailar, disfrutar, cantar, marcar el paso y sentirse especiales por ser los protagonistas (aun en conjunto) de su primera orquesta. Es grato percibir el aprecio hacia el arte y permitir que los pequeños tengan esta acción obligatoria en sus estudios. El primer artículo que escribí fue sobre cómo todo niño debería vivir al menos un arte en su vida, porque así darían libertad a su interior, a sus emociones, pensamientos y sentimientos de una manera sensible, que va más allá de los estímulos físicos. Quedará en su memoria y la de los padres de familia, este evento tan especial, y continuará el aprendizaje de los pequeños, seguramente con algunos próximos grandiosos músicos. (O)