El concepto de soberanía ha evolucionado. Hoy es insuficiente referirse solo a lo territorial (aéreo y marítimo), es decir a la necesidad histórica para controlar un área geográfica con población y recursos. Su avance refleja la cambiante realidad global y desafíos que enfrentamos como humanidad, destacándose la importancia de controlar y gestionar recursos y activos críticos para la paz y seguridad de una sociedad.
La idea de soberanía abarca campos como: el energético, por su importancia en la economía y la política, centrándose en el control y gestión de recursos energéticos de una nación; el alimentario, por el derecho de los pueblos a definir sus políticas agrícolas, priorizando la producción local y sostenible, tan importante en los tiempos del cambio climático; o al digital, que se extiende al control y gestión de los datos y la infraestructura digital de un país, incluyendo la seguridad cibernética y la privacidad.
Esta evolución refleja la complejidad y la interconexión de los retos globales, siendo una respuesta a las necesidades de cada época. Algunos factores que han influido en el desarrollo de estas variantes incluyen: la globalización y cambios económicos, la preocupación ambiental y de seguridad, el avance tecnológico, y los movimientos sociales y políticos que promueven la idea de soberanía en otros contextos.
La soberanía territorial sigue siendo fundamental, pero las otras dimensiones han adquirido una relevancia porque son esenciales para el desarrollo económico, la seguridad y la calidad de vida de la gente. Sin embargo, el concepto mantiene su identidad en el sentido de que busca garantizar la independencia y seguridad en un mundo cada vez más interconectado y complejo. (O)