Fue Felipe IV de Francia quién convenció al Papa Clemente V para, bajo acusación de sacrilegio, herejía, sodomía y adoración de ídolos paganos, emprendiese cruzada contra la orden del Temple; así, según cuenta la oralidad, de la orden templaria, el monarca galo enviaba misiva a todos los lugares del reino con orden de estricto cumplimiento y que fuere abierta la noche del jueves12 de octubre de 1307.
La orden mandaba capturar a los caballeros templarios y confiscar sus bienes; así, tras largos y poco claros procesos de juzgamiento, Jaques de Molay, gran maestre de la orden, Godofredo de Charney, maestre en Normandía, Hugo de Peraud, visitador de Francia, y Godofredo de Goneville, maestre de Aquitania, fueron condenados a cadena perpetua, anuncio público hecho sobre el patíbulo de Notre-Damme; pero que, ante aquel desafío templario que proclamó:
“Nos consideramos culpables, pero no de los delitos que se nos imputan, sino de nuestra cobardía al haber cometido la infamia de traicionar al Temple por salvar nuestras miserables vidas”.
Provocó la condena a muerte, el 18 de marzo de 1314, en la hoguera sobre una enorme pira en un islote del Sena, conocido como la Isla de los Judíos.
“Dios conoce que se nos ha traído al umbral de la muerte con gran injusticia. No tardará en venir una inmensa calamidad para aquellos que, sin respetar la auténtica justicia, nos condenan hoy”; fueron las palabras con las que el último gran maestre de la orden del temple conjuró a sus verdugos…
Entre historia, mito y misterio, más allá de la literalidad del conjuro del maestre templario, el Papa Clemente V fallecía en abril y el Rey Felipe IV en noviembre de 1314.
El viernes 13 es conocido, desde la cultura popular como día de “mal agüero”, “mal presagio” o “mala suerte”, tras la cortina del tiempo, siguiendo el hilo de la leyenda y el mito, encontramos, en la historia, la razón que da contenido a los credos, usos y costumbres… (O)