En muchas culturas latinoamericanas, es común escuchar a las personas referirse unas a otras como “vecina” o “vecino”, incluso cuando no viven en la misma cuadra. Esta forma de nombrar, aunque parezca cotidiana, encierra una rica carga cultural, pues no se trata solo de una costumbre lingüística: es una forma de expresar cercanía, igualdad y deseo de convivencia. Se le dice “vecina” a la señora del mercado, al señor de la tienda, a la joven que pasa todos los días por la vereda, aunque no haya relación directa. Este uso responde a una necesidad profunda de crear comunidad en entornos que muchas veces tienden al individualismo y la fragmentación.
Llamar “vecina” o “vecino” es un gesto de reconocimiento, de cercanía y hasta de afectividad. No solo identifica a la otra persona, sino que la incluye y refuerza los lazos de solidaridad. En el área urbana especialmente, con alto movimiento y anonimato, donde muchas veces se vive con desconfianza, nombrar al otro como “vecino” es una forma de decir: “no eres extraño y estamos aquí para ayudarnos”. Así se crean redes invisibles, pero fuertes, que sostienen la vida en comunidad.
Emmanuel Levinas o Martin Buber hablan de la importancia del encuentro con el otro, del rostro del otro como aquello que nos interpela, que nos exige respeto, cuidado y reconocimiento. Llamar “vecino” a alguien es asumirlo como parte del ‘mismo mundo’ que el nuestro. Es una forma ética de estar en el espacio público, donde no pasamos indiferentes ante los demás, sino que buscamos establecer un lazo, por pequeño que sea.
Por lo tanto, la vecindad no es solo geográfica. Es una postura frente a la vida. Es la decisión de no encerrarnos en lo propio, sino de abrirnos al otro con respeto y confianza. La palabra “vecino” se convierte así en una herramienta de convivencia, un puente simbólico que nos recuerda que vivir juntos implica reconocernos, cuidarnos, dialogar.
Desde ahora recordaremos que el uso informal de “vecina” o “vecino” es más que una expresión amable. Es una práctica cultural con raíces profundas, que expresa una filosofía de la convivencia basada en la posibilidad de comunidad. (O)