Cuidado con la racionalización

Razonar no es lo mismo que racionalizar. RAZONAR es el proceso mental mediante el cual una persona utiliza la lógica y el pensamiento para analizar, evaluar o resolver un problema, tomar decisiones o llegar a conclusiones; lo que implica usar la inteligencia y el conocimiento para entender relaciones entre ideas, hechos o situaciones. RACIONALIZAR en cambio, es un mecanismo de defensa psicológico que tiene como finalidad justificar o explicar de manera “lógica y razonable” comportamientos, decisiones o acciones que son cuestionables, contradictorios o irracionales.

La racionalización, además de ser una conducta irresponsable e inmadura a nivel personal, es una herramienta utilizada por las ideologías para justificar lo que, a todas luces es mentira y falsedad. 

Pensemos, por ejemplo, en las explicaciones que dan los dirigentes cubanos respecto de sus elecciones teniendo al frente un solo candidato y/o un solo partido; en la ideología de género, que argumenta contra la sexualidad biológica para decirnos que es una construcción social; en quienes defienden los derechos de los animales y no dicen ni pio respecto del aborto de seres humanos, hecho que es un delito de los más crueles, porque en su cometiendo convergen agravantes extremos como premeditación, ventaja y alevosía. En los pseudo-ecologistas que, en nuestro ambiente haciendo dúo —sin darse cuenta— con el ecologismo, pregonan que “no hay que utilizar vegetales en los pesebres de Navidad o ramos en Semana Santa, porque los loritos se quedan sin su hábitat”, pero nada dicen de las quemas provocadas de grandes extensiones, y si algo dicen, es simplemente para exhibirse; en los homosexuales que, con agresividad, reclaman respeto a sus acciones y opiniones, y son los primeros en irrespetar y agredir a quienes, enderezados por la razón y el sentido común, dicen lo contrario.

Hace algunos días escuché la conferencia de un jurista que puso mucho énfasis en hacer la distinción entre DELINCUENTE y TERRORISTA, seguramente para atenuar la evidente violencia de ciertos reclamos sociales, argumentando paraque la delincuencia apareciera menos grave que el terrorismo, porque —según él— el delincuente si hace daño es porque quiere satisfacer un beneficio personal, vengarse o poseer algo cree pertenecerle; en tanto que el terrorista —término con el que “malintencionadamente” estigman los derechistas a sus oponentes—, es porque persiguen intereses políticos y de oposición al orden establecido. Pero todos sabemos que, en el fondo, ambas conductas son perversas, porque quitan la paz social y no permiten el desarrollo. Así, pues, cuidado con la racionalización. (O)

Padre Bolívar Jiménez

Sacerdote, 1981. Licenciado en Ciencias Religiosas, Diplomado en Derecho Canónico y Doctor en Derecho Civil. Vicario Episcopal y Vicario Judicial de la Arquidiócesis de Cuenca. Docente, Párroco de Cumbre.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba