¡Con que cara!

Hace días hizo una especie de “reentré” en la escena política el asambleísta Ricardo Patiño, y fue para criticar la recién aprobada ley de Integridad Pública. Dijo que la ley permitía los despidos intempestivos en el sector público y que aumentaba la edad para acceder a la jubilación, cuestionamientos que han compartido algunos de sus colegas de bloque. Pero no se quedó allí, sino que arremetió contra las reformas asegurando que no eran sino una manera de precarización laboral. Si de la participación cívica y madura en el debate sobre una ley se tratará, lo dicho por Patiño podría enmarcarse dentro de una situación formal, pero, viniendo de una persona cuya corresponsabilidad en las “perlas” de la década bailada no tiene parangón, pues entonces hay que sacar los cueros al sol.

El gobierno correísta incremento en 150.000 personas la masa laboral pública y la enorme mayoría de estos ciudadanos fueron enrolados a través de “nombramientos provisionales”, figura jurídica que en el país es considerada como una solución “excepcional y transitoria” y que, por lo mismo, no otorga estabilidad laboral, pero en cambio tiene la enorme “ventaja” que se pasan por alto los concursos, tan cacareados por el flamante régimen.

El Decreto Ejecutivo 813, del 12 de julio del 2011, instauró la figura de la compra obligatoria de renuncias y provocó despidos importantes en las instituciones del Estado. Lo hizo mediante una reforma en el Reglamento de la Ley Orgánica del Servicio Público, que permitía separar forzosamente a cualquier trabajador del sector. El 28 de octubre del 2020, la Corte Constitucional dictaminó la inconstitucionalidad de dicho Decreto porque contravenía los derechos a la seguridad jurídica y al trabajo.

El Acuerdo Ministerial 094, del 22 de mayo del 2017, suscrito por la ministra de Trabajo encargada Luisa González, dos días antes de concluir el gobierno correíta, complicaba seriamente el acceso a la compensación económica por la jubilación, situación perfectamente reconocida por miles de jubilados ecuatorianos que tuvieron que vivir un vía crucis por tal sentido. Mal hecho de que los victimarios quieran ahora convertirse en víctimas. (O)

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