Estamos a tiempo… aún

David G. Samaniego Torres

El encabezado de este análisis lo escogí por dos razones: porque creo que todavía estamos a tiempo y porque siento la necesidad de hacerlo. La franqueza es nobleza, nos enseñaron. Ecuador bordea un precipicio apto para el suicidio con el beneplácito de políticos corrompidos y con la impavidez culposa de ecuatorianos que nos creemos dignos. Me preocupa constatar que vamos perdiendo, de manera acelerada, características que eran muy nuestras y valores necesarios para vivir en comunidad; es como si se viniera abajo una montaña que termina con toda señal de vida. Estas calamidades suceden a la luz del día, frente a nuestros ojos.

No es nuevo, en la historia de la humanidad, lo que sucede a quienes habitamos Ecuador: este fenómeno tuvo y sigue teniendo idénticos comportamientos en distintos países del mundo. Me refiero a este simple hecho: algo insólito y sorprendente, cuando sucede una o pocas veces, nos impresiona mucho, lo comentamos con sorpresa y temor, pero cuando ese mismo hecho se vuelve frecuente y se repite en todo el país, deja de impresionarnos.  Cuando lo anormal se torna normal forma parte de nuestros haberes.

Ustedes me dirán si esta es la realidad nacional o si exagero, quizá. Expongo a continuación algunos ejemplos que refuerzan lo afirmado, cosas que suceden y que han dejado de impresionarnos o llamar nuestra atención.

-Adolescentes, en número significativo, son peones de las mafias: asaltan y matan en busca de una recompensa para satisfacer sus ambiciones.

-Autoridades se han servido y sirven de sus funciones para negociados que usurpan dinero del estado y perjudican a los usuarios de esos bienes; por ejemplo, los negociados ya denunciados en el ministerio de salud pública.

-Las carreteras del país, de un tiempo acá, sirven para exhibir descomunales letreros publicitarios que afean el entorno y son un atentado criminal en contra de la naturaleza y el medio ambiente, a vista y paciencia nuestra.

-Los medios de comunicación social se han convertido en difusores del mal, con pelos y señales. ¿Quién desconoce las andanzas de Fito? Donde hay sangre… hay noticia. ¿Lo positivo?

-Respetemos las leyes. Amemos el orden. Exijamos el cumplimiento de ordenanzas. Las escuelas, colegios y universidades están obligados a revisar sus programas para formar adecuadamente a las presentes y nuevas generaciones. Ecuador necesita gente normal que combata la anormalidad. (O)

Dr. David Samaniego

Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Fundador de Ecomundo, Ecotec y Universidad Espíritu Santo en Guayaquil. Exprofesor del Liceo Naval y Universidad Laica (Guayaquil), Rector del colegio Spellman (Quito) y del colegio Cristóbal Colón (Guayaquil).

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