En este país, en el que cada dos años tenemos que acudir a votar e incluso con mayor frecuencia, parece de necios renegar de la política y declararse apolítico o anti político, porque todo lo que ocurre fuera del ámbito privado particular, es decir en lo público, es político. Como dice Irene Vallejo “también podríamos proclamarnos antioxígeno, pero seguiríamos respirándolo”
Una cosa es que decidamos no ser parte de organizaciones o de actividades partidistas, otra muy distinta denostar de la política, menos aún como consecuencia de que candidatos o elegidos sean individuos de baja estofa. Para que no sigamos siendo “representados” por esos, no debemos ser idiotas, como llamaban los griegos “a los ciudadanos que tenían derechos, pero se desentendían de los asuntos públicos, refugiándose en sus intereses privados”; según refiere Vallejo, para Aristóteles, “un idiota es quien se queda en su casa y deja que gobiernen los bandidos”.
Estas reflexiones invitan, no a que seamos todos candidatos, sino a que nos interesemos, para que al momento de elegir lo hagamos por los mejores y al de opinar o participar con responsabilidad. (O)