Nuestra querida Cuenca se asentó en un valle andino rodeado de montañas que la alimentaron del noble compuesto hídrico, cuyas propiedades lo han convertido en un recurso transcendental para la vida. Cuenca fue cuna de nativos cañaris, quienes la denominaron Guapondelig, es decir, “llanura amplia como el cielo”, en español. Cuando llegaron los Incas la bautizaron como Tumebamba o, en ortografía hispanizada, Tomebamba, cuyo significado es “campo de cuchillos”, tal vez por los meandros de Don Julián, hoy con modificaciones antrópicas.
La verdad es que los cuencanos somos agua, dependemos de ella, amamos y respetamos el entorno andino que nos provee el noble oro azul. ETAPA EP, nuestra empresa municipal, ha sido la mayor guardiana de esta riqueza extraordinaria y única, proveniente de un ecosistema andino como es el páramo (del idioma Quichua paramuna = lloviznar), habitáculo de maravillosa biodiversidad, donde tienen lugar la condensación y la lluvia que, con la magia de la naturaleza, almacena al agua que adopta sabor a vida y nos evoca nuestro ancestro, nuestro paisaje andino y nuestra tierra.
Cuenca se ha distinguido por la cantidad y, sobre todo, por la calidad del agua que podemos beberla del grifo directamente, disfrutando de su frescura y grato sabor. Esta bondad del agua ha sido protegida por distinguidos cuencanos que desde inicios del siglo XX, gestionaron la conducción y reparto del líquido vital para la pequeña ciudad, hoy, ejemplo internacional en el manejo del agua y conservación de los ríos; además, de ser un emblema de Cuenca, de vida, de elegancia y de salud pública.
El mundo del siglo XXI ha entrado en un proceso crítico denominado estrés hídrico, que consiste en que la demanda del agua supera a la cantidad disponible en una región, es decir, hay menos cantidad de agua apta para el consumo que la requerida. Las razones son la sobreexplotación de los recursos hídricos, la contaminación y al apocalíptico cambio climático.
Hoy Cuenca se siente herida por las amenazas públicas de gobiernos ajenos a su realidad, a punto tal, que denostan contra Cuenca con un eterno maltrato del centralismo que lacera el desarrollo austral y de nuestra ciudad, muy particularmente.
No podemos permitir la destrucción de nuestras fuentes de agua, con la minería y su alta toxicidad. (O)