Proclama distópica

Pronto se sabrá que, en un pedazo de la geografía andina con salida al mar, con un espinazo lleno de cordilleras y con un costado petrolero, grupos de perversos difundirán su proclama.

Hemos vencido –dirán– al Estado, a las fuerzas del orden, al Gobierno, a los buenos, que son la mayoría; en fin, a todos quienes pretendieron doblegarnos.

Nuestras organizaciones, aunque rivales entre sí, se han impuesto. Hemos consolidado nuestro reino, y este sí que durará 300 años.

No nos fue fácil. Tantos años delinquiendo a nuestras anchas, teniendo de nuestro lado a políticos, jueces, fiscales, policías, militares, no a todos desde luego; el control de todas las cárceles, de los puertos marítimos, hasta que llegó un banquero, luego un bananero, y nos armaron la bronca, en especial este último.

Este último nos trató tan mal que nos llamó terroristas, nos declaró la guerra y puso a “pacos” y “milicos” para que nos den caza.

Sacamos toda nuestra malicia, comenzando por asesinar, por asesinarnos entre nosotros, así mueran inocentes. Triplicamos soplones, reclutamos a menores de edad empobrecidos para que, previo endiablarles el alma, hagan de sicarios.

No íbamos a dejarnos arrebatar así por así nuestras narcovías, narcopistas, narcominas, narcobodegas, nuestros narcopuertos; nuestra narcojusticia, poca pero efectiva; peor a nuestros narcopolíticos que nos deben cargo y fortuna.

Nos ayudó muchísimo, y estamos agradecidos por los derechos constitucionales que tenemos. Son para todos, y nosotros también somos esos todos.

La victoria fue redonda porque quisieron interceptar nuestras llamadas telefónicas y entrar a nuestras madrigueras sin previa orden judicial, derechos que, protegiendo a los buenos, nos protege más a los malos.

Y qué bueno lo de esos tipos que, interpretando la Constitución y haciendo respetar los derechos, pusieron coto a aquellas pretensiones, gracias a los patriotas que demandaron la inconstitucionalidad de las leyes que las contenían; además, porque, para nuestro contento, han estado mal hechas, como mal hecho que quieran indultar a “pacos” y “milicos” si nos abaten, así nosotros matemos a quienes no dé la gana.

Ellos han dicho que no hay estado de guerra, que no hay la tal guerra como declaró el bananero; y claro que no la hay, así nosotros tengamos armas de grueso calibre, inteligencia, tecnología y billete.

Ahora, quien quiera ser gobierno deberá someterse a nosotros, si bien con que nos dejen narcoexportar, lavar dólares, vacunar y secuestrar, sembrar miedo y pánico, nos será suficiente.

Un favor. A este nuevo Estado no le llamen “narcoEstado”. Suena feo. (O)

Lcdo. Jorge Durán

Lcdo. Jorge Durán

Periodista, especializado en Investigación exeditor general de Diario El Mercurio
Últimas Noticias