Qué tan fregados estaremos como país y como sociedad que se movilizan cientos de personas por una promesa de pago y comida, no importa los largos kilómetros que recorrieron, recibieron banderitas, sánduches, carteles impresos con las consignas que debían gritar, para luego de unas cuantas cuadras, apenas por tres minutos, escuchar el entrecortado discurso del señor Noboa que vestido con chaleco antibalas, sin dejar de expresar sus intenciones dictatoriales volvió a arremeter contra la Corte Constitucional, tal como lo hacen sus ministros y asambleístas que califican al único organismo democrático que les ha puesto un alto a sus arbitrariedades como “una molestia” o como la “pata coja”. No era el pueblo exigiendo por salud, educación, empleo, por respeto a las decisiones tomadas en las urnas, no, fue una marcha armada “desde arriba”, fue una orden, decisiones evidentes de un gobierno dictatorial y sus políticas de control que manipula las necesidades de los más empobrecidos, de quienes reaccionan ante el miedo y la violencia de bandas criminales a las que el Gobierno no ha logrado desarticular. No, señor Noboa, no, no es el pueblo el que necesita y clama, es la vil patraña de ocultar su incapacidad para dar respuesta a los problemas multisistémicos y estructurales de este Ecuador al borde del colapso social y ambiental. (O)
