La defensa del agua es un asunto político porque es, ante todo, un asunto público: nos compete a todas y todos, es un recurso vital del que depende nuestra salud y nuestro desarrollo. Marchar por el agua implica resistencia, confrontación y disputa de poder frente a un sistema capitalista y extractivista; pensar lo contrario es ingenuo.
Lo que no corresponde en esta lucha es convertirla en plataforma personal: no es lugar para lanzar candidaturas ni para cumplir ofertas de campaña. Quienes defendemos los derechos de la naturaleza y del territorio sabemos bien la diferencia. Tampoco es ocasión para mercar banderas o cintas con frases de ocasión.
Salir a la calle este 16S es estar a favor de la vida, cuestionar a quienes deciden desde el poder, y negarse a abrir la puerta a una empresa extranjera que pretende imponerse. La defensa del agua está más allá de Instagram o de la moda: es pensar en un futuro que no se mide en dinero, porque el agua vale más que el oro, y nuestra dignidad y autonomía no están a la venta. Todo Cuenca a la calle este 16S.
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