Hay ratos en los que uno se rompe los sesos tratando de entender ciertas cosas, incluso desde la supina ignorancia, desde cierta experiencia de vida, por qué no desde aquella dejada por tantos y tantos años de haber ejercido el oficio periodístico al amparo de los siete monosílabos del reporterismo: “si-no-se-va-no-se-ve”, un lema hoy inexistente.
Desde hacía varias décadas, Cuenca se ganó el poco grato privilegio de ser la ciudad más cara del Ecuador, de este país de los desencuentros, del “a mí qué me importa”, del “a mí el Estado tiene que darme todo y gratis”, del “yo puedo estar en paro por el tiempo que me dé la gana”.
Y como ya no es novedad, asumimos esa realidad como si nada. ¿A quiénes afecta directa e indirectamente tan “des-honroso título”?
En $819,17 cerró la Canasta Básica Familiar (CBF) en septiembre 2025. Habrá cientos de miles de familias que nunca en su vida podrán solventarla.
¿Habrá cómo revertirla? Que nos auxilien los economistas u otros iluminados, no los políticos, porque no los hay. Me refiero a políticos de verdad, no a aquellos que se cobijan en movimientos con “nombres de yogurt”.
Consolarnos escuchando que obedece por “los gringos que han venido a vivir en Cuenca”, “por las remesas de los migrantes”, entre otros estratagemas, es como si, abriéndoles el hocico, se quiere comprobar si los cocodrilos tienen o no lengua.
Y, paradójicamente, la ciudad vive una burbuja constructiva. ¿Hay quienes pueden comprar departamentos valorados en $120.000, $170.000, $250.000, $300.000, $400.000, o pagar hasta $1.400 el metro cuadrado de terreno para levantar tremendos edificios aquí y allá?
Como que algo está ocurriendo en la ciudad, ah. ¿Se han dado cuenta?
Se tumban viviendas, y qué viviendas, para la expansión del negocio inmobiliario; y mostramos a la ciudad como la cuna de las inversiones, del comercio, de los negocios. Los vendedores, ¿a dónde van?
Siguen proliferando los patios de compra-venta de vehículos.
¿Será –digo otra vez– que hay tanta plata por estos lares, donde solo para comprar en la periferia un predio para una casa se necesita cuando menos $130.000?
¿Quienes son los arrinconados por esos “comportamientos económicos”?
“Quiera Dios” que todo sea lícito. Que si bien él no está para tantas cosas terrenales, algún día se apiade de los que menos tienen o no tienen nada; de los miles de desplazados por la violencia que llegan a Cuenca y se los ve aumentando la informalidad, en especial en la feria libre El Arenal. “Como quien no hacen nada”, vayan por allá los miércoles, los sábados. Todos los días por la Nueve. (O)