Realmente no se puede crear o producir agua de la nada, pero sí se puede extraer o generar a partir de fuentes no convencionales. Producir agua de manera artificial es muy difícil, aunque posible. Por ejemplo, mediante la captación de la humedad del aire con los llamados atrapadores de agua atmosférica, los cuales funcionan condensando el vapor de agua presente en el aire, un procedimiento similar al del rocío de la mañana, que se forma por condensación y no por la lluvia.
Como sabemos, el aire contiene vapor de agua y, cuando este entra en contacto con una superficie fría, se alcanza el punto de rocío y se forman gotas de agua.
También es posible obtener agua del mar mediante la desalinización: se elimina la sal y queda agua dulce. En algunas ciudades se reutilizan las aguas residuales, y actualmente se investiga una nueva tecnología que emplea materiales absorbentes para captar la humedad del aire y del subsuelo.
En tiempos de nuestros abuelos, aquí en Cuenca, estaban de moda los famosos pozos profundos artesanales, de los cuales se extraía el agua con una bomba manual.
En el desierto de Atacama, en Chile, hoy ya se utilizan nuevas tecnologías, como redes o mallas que interceptan la niebla, captan la humedad del aire y producen agua, recolectándola incluso en pleno desierto. Mientras tanto, el proyecto de desalinización de ENAPAC producirá miles de litros por segundo de agua dulce.
Nosotros, aquí, debemos aprender a represar algunas lagunas, para que en época de sequía no sea necesario vaciarlas y dejar un paisaje desolado. Ahora que en las calles respaldamos el cuidado del agua, es momento de guardarla en las lagunas que tenemos. (O)