Los humanos somos un amasijo, montón, revoltijo o grupo de individuos que en ocasiones con causas o motivos propios y otras, inducidos por entes foráneos, nos apartamos del camino de la racionalidad y preferimos el caos distractor o la debacle destructora. Un porcentaje reducido de ecuatorianos que obedece aún a cánones tribales se lanzan a las calles, se adueñan de las carreteras, maltratan bosques y matorrales, destruyen bienes privados y públicos, impidiendo el normal desarrollo de aquellas actividades que son parte de la economía privada y pública, buscan rectificaciones pisoteando la razón.
Pasan días y semanas sin que el agua retorne a su cauce; pasa el tiempo sin que las leyes rotas sean saneadas y la cordura retorne al país. Cuando se elige, por mayoría un presidente y una tendencia política que gobierne un país, quienes ganaron y quienes perdieron deben acatar las disposiciones que son necesarias para que el país encuentre su bienestar.
Quien gobierna recibe aplausos por los beneficios que otorga al pueblo y debe ser igualmente vitoreado por los males endémicos que busca corregir a través de disposiciones, inicialmente, nada simpáticas. Corregir viejos vicios de administración que lesionan la economía de un país es una tarea heroica que debe hacerse: es volver a la normalidad, es defender el bienestar de todos, es hacer que las leyes se cumplan, es golpear economías arteras, es decidirse a poner la casa en orden y … todo esto no gusta a quienes vivieron y viven en los linderos de lo ilícito.
Habrá tiempo, cuando pasen los años, para que Ecuador juzgue las actuaciones del presidente Noboa, cuando se verifique o constate la bondad de aquello que se logró hacer y también de aquello que se impidió hacer. Por desgracia muchos ecuatorianos han dejado de pensar en el Ecuador de hoy y de mañana porque viven su hoy, para si mismos, para sus gustos; su horizonte nace en sus urgencias y termina en sus placeres. Cuando los humanos abandonan los carilles de la racionalidad se vuelven más peligrosos que las fieras o los desastres naturales porque estos suceden y actúan sin pensar mientras algunos humanos usan su capacidad de análisis para hacer el mal bajo el pretexto de satisfacer sus urgencias o necesidades.
Nunca es tarde para enmendar yerros, pero se está haciendo ya demasiado tarde. Repitamos: Dios, Patria y Libertad y … ¡caminemos! (O)