La geografía y la historia son disciplinas que nos enseñaron las bondades de la naturaleza y, para los creyentes, las ofertas divinas. Más tarde acreditábamos “in situ” que los tesoros no estaban escondidos, simplemente se debía caminar y visitar para admirar un mundo tan hermoso, que hasta la muerte se la disuade sabiendo que al menos nuestra materia iría a retribuir en su descomposición lo que ella nos ofreció en vida.
Cada pueblo tiene sitios espectaculares que han contribuido para turismo, medio que sirve para atraer la visita de nacionales y extranjeros y que ha sido un rubro de progreso y desarrollo de muchos pueblos del mundo. Está por demás citar sitios ponderados del mundo por su espectacular belleza natural, a la cual sus autoridades han contribuido para adosar infraestructura a fin de dinamizar la presencia de admiradores de propios y extraños.
Los pueblos del Ecuador y particularmente los del Azuay tienen lugares paradisiacos, los cuales, con visión cultural de buenos líderes, han hecho que se mejoren los espacios y sean visitados por miles de personas. Ahí está el Chorro de Girón, que años atrás nada más se nombraba, ahora, con la contribución de sus autoridades es un lugar en que semanalmente visitan cientos de turistas.
Otro cantón azuayo, privilegiado por la naturaleza y su historia, es el cantón Sígsig. Chobshi, Ingapirca, Shabalula y El Pailón son sitios arqueológicos que interconectados ofrecen una ruta turística de historia y naturaleza. Otro sitio privilegiado y aún no explotado del todo en el pequeño valle de Pamar, muy cerca de Chunukari, aquel lugar en donde se encontró el “Sol de Oro”.
Hay una zona aún más sobrecogedora: Cachihuayco, cuyo nombre originario “chaupi-shimi” significa “quebrada de sal”. Este cañón, de una biodiversidad única, fue para muchos de nosotros un escenario de infancia y asombro. Descender por sus piedras, seguir el curso del río Santa Bárbara, escuchar el eco de las aves y el murmullo del agua entre las rocas era experimentar la naturaleza en su estado más puro y revelador.
Este cañón natural, quizá más impresionante que los anteriores en vez de adornarle y ofrecer como el mejor lugar turístico del Azuay, se lo quiere liquidar su belleza y misterio para metamorfosearle en camal, para que desde el fondo exhale olores nauseabundos, contamine sus aguas cristalinas, destruya el medio ambiente y se elimine un lugar privilegiado para el turístico.
Voces sensatas y ciudadanos de conciencia vienen de protestar por este despropósito, llamando a las autoridades municipales para que den pie atrás sobre semejante metamorfosis. (O)


			






