La cultura se nutre y evoluciona sobre la base de la incorporación y apropiación de prácticas, usos y costumbres; las nuevas dinámicas de nuestra sociedad, nuestra (ciber)sociedad, constituyen una nueva plataforma que nos integra al margen de barreras geográficas y políticas.
Un mundo conectado que dialoga en intercambio constante, no únicamente de información, sino que, y de manera creciente, de formas de ver, entender y caminar la vida; contexto dentro del cual encontramos, en la cultura oriental, nuevas formas y perspectivas para comprender nuestro tránsito en este plano.
IKIGAI, el concepto japonés que conjuga las voces IKI que refiere la vida y KAI que se relaciona con el valor, se traduce y entiende como aquello da valor a la vida, la razón de ser, de existir, a través o a partir de un propósito.
El IKIGAI se construye en torno a cuatro pilares: lo que amas; aquello en lo que eres bueno; lo que el mundo necesita; y, aquello por lo que puedes pagar; su conjugación se marca sobre la intersección de PASIÓN, MISIÓN, VOCACIÓN Y PROFESIÓN.
En un contexto IKIGAI la pasión se entiende como la intersección entre aquello que nos motiva, con aquello para lo cual tenemos una habilidad diferencial; la misión se construye sobre los elementos movilizadores del individuo con lo que este identifica como necesario en su contexto; la vocación se construye sobre la intersección entre lo que el mundo necesita y aquello por lo que te pueden pagar; y, finalmente, la profesión se debe anclar al punto de convergencia entre aquello en lo que eres bueno y por lo que te pueden pagar.
IKIGAI constituye, desde esta perspectiva, una brújula guía para el ejercicio de encontrar un propósito y alinear todos nuestros esfuerzos para avanzar en esa dirección hacia nuestro propio bienestar y trascendencia. (O)




