El poder y su sombra

“El hombre lucha por el poder, no por la verdad.” Friedrich Nietzsche

Una de las cosas que más ambiciona y envanece al hombre es el poder, poder como categoría de tener la capacidad o facultad de hacer determinadas cosas, sin que nadie ni nada lo impida. Esto se ha extendido a la potestad de forzar a alguien para que haga, muchas veces en contra de su voluntad, lo que quiera quien tiene el dominio, la posición o la fuerza para obligarlo. 

Este poder se da en todos los ámbitos de la vida, pero en la política y en la economía es más enfermiza. La política es la actividad particular que tiene que realizar una persona con un fin determinado y concedido por una mayoría. Para que tenga fiel cumplimiento se le otorga una autoridad, que es el arte de conseguir que la gente haga voluntariamente lo que uno quiere debido a su influencia personal o a los dictámenes de sus prerrogativas concedidas democráticamente y por la ley. 

Es curioso que, en todas las especies, obviamente más en la humana por conciencia, anhelan poder y casi nadie quiere poco. Y, mientras más “avanza la civilización”, se quiere más poder, particular que se ve en los que dirigen los Estados:  aquello resulta peligroso para los gobernados.

La ambición hace que el político inescrupuloso recurra a la coerción o a la traición; otros a la seducción, el encanto, el engaño y estrategias pérfidas, planificando sagazmente sus movimientos. Así la vida en los palacios se torna en un juego permanente que exige vigilancia constante y agudo pensamiento táctico.

El poder requiere la habilidad de jugar con las apariencias, se pone muchas máscaras y lleva una alforja de trucos y artimañas como los bufones y magos. Esto es exacerbado en los tiranuelos y desvergonzados que los hace expertos en mentir y embaucar para reelegirse.

El poder desmedido es inmoral, no es sincero y menos magnánimo, enmascara las acciones justificaciones, afirmando que piensan en función del otro. Nótese el decir y el accionar de las autoridades del gobierno nacional o seccional y de los líderes sociales de los últimos tiempos y acontecimientos.

“Un príncipe que quiera conservar su autoridad (poder) deberá aprender a no ser bueno y usar ese conocimiento, o prescindir de su uso, según las necesidades que se presenten”. Es el pensamiento de Nicolás Maquiavelo que han dado crédito algunas autoridades, sin darse cuenta que han caído en la repulsa de los mismos quienes los eligieron. (O)

Dr. Edgar Pesántez

Dr. Edgar Pesántez

Médico-Cirujano. Licenciatura en Ciencias de la Información y Comunicación Social y en Lengua y Literatura. Maestría en Educomunicación y Estudios Culturales y doctorado en Estudios Latinoamericanos.
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