Cuenca, a lo largo de siglos de contactos culturales, ha forjado una tradición cosmopolita cimentada en la belleza de su entorno natural y construido, en tradiciones, usos y costumbres, en la cultura, en la Fe y ritualidad festiva de su gente, como la Navidad, celebración religiosa que se sostiene en cultos con profundo raigambre popular como el Árbol de Navidad, los Nacimientos, los Pases del Niño y los Villancicos que confluyen y alcanzan su máxima expresión en el “Pase del Niño Viajero”.
Uno de los componentes fundamentales de esta rica tradición festiva religiosa de nuestra temporada navideña y quizá el más enraizado en la memoria colectiva y en el imaginario regional, es la música tradicional que acompaña e identifica nuestras celebraciones navideñas, los villancicos que, siendo universales, en nuestra ciudad evolucionan como genuinas manifestaciones de espiritualidad y creatividad popular, alcanzando identidad propia en los “Tonos del Niño Cuencanos”, expresión musical navideña del Siglo XIX -practicados y transmitidos en órganos de tubo, harmonios y coros-, piezas generalmente compuestas por los “maestros de capilla” virtuosos artistas anónimos muchos de ellos que, ahora confirmamos, nos dejaron un riquísimo legado en sus apuntes de partituras manuscritas como, el “Cuaderno de cantos al Niño Dios” de José María Rodríguez, material que, recopilado, estudiado y puesto en valor por la musicóloga Janet Alvarado Delgado, enriquece el rico patrimonio musical navideño que, desde que recuerdo con alegría y nostalgia también, acompañan estas celebraciones vernáculas de la ciudad y del campo en nuestra región.
Los Tonos del Niño Cuencanos, siendo parte de nuestra identidad y de nuestro paisaje sonoro más íntimamente, están profundamente arraigados en la memoria y evocan con certeza experiencias, sensaciones y aprehensiones vividos y compartidas, bajo su ritmo, mensaje y ternura, en las celebraciones navideñas del hogar, de la escuela, en la iglesia, en el barrio y en las calles, en “los pases del niño”, mensajeros de luz, cadencia y color, que movilizan el espíritu navideño y su alegría festiva a lo largo de la temporada. (O)
