Y llegamos a la apoteosis de la celebración navideña que, esta semana, transforma la ciudad con su bullicio festivo expresado en manifestaciones de fe, amistad y buena voluntad como la novena, intercambiado de sorpresas, reuniones entre amigos, concursos de nacimientos y la Nochebuena con la cena familiar y los obsequios, la vorágine comercial y el marketing no perdonan; tiendas, almacenes y centros comerciales pequeños y grandes, se visten de luces, colores, música con ofertas y promociones.
Al Árbol de Navidad que, ya ha colmado de ambiente navideño a la ciudad, le siguen los Nacimientos listos para la Nochebuena, y vienen los pases del Niño a ritmo de villancicos como paisaje sonoro festivo propio de nuestra celebración navideña. Van juntos, Árbol de Navidad, Nacimientos, Pase del Niño y Tonos del Niño Cuencanos, son una unidad ritual y festiva inseparable y son, por otro lado, una oportunidad para avivar la Fe , la reciprocidad y la creatividad desde el hogar, comunidad e instituciones. Desde sus inicios en Italia por el año 1223, cuando San Francisco de Asís, con autorización del Papa Honorio III representó, en una cueva, el nacimiento de Jesús con personajes vivos, está tradición se expandió por Europa y el Mundo, llegando a nuestra continente y país con la colonización y cristianización consiguientes, manteniendo los personajes centrales como la Virgen María, San José, el Niño, el buey, el burro, los Reyes Magos y los pastores. En su representación, cada vez, se incorporan nuevos elementos y personajes como hemos visto y repetido a lo largo de nuestra vida tanto en el hogar como en el barrio y espacios en donde nos ha tocado participar, lamentablemente, a veces, utilizando en forma indiscriminada especies vegetales nativas sensibles como muchísimas variedades de paja, helechos, orquídeas, musgo y arbustos que se buscaban en los cerros e incluso se ofrecían en ferias y mercados.
Desde unos años acá, tenemos un nuevo concepto en la elaboración de los nacimientos, prescindiendo de especies vegetales sensibles reemplazándolos por elementos sintéticos y de reciclaje a expensas de la creatividad humana con resultados halagadores, haciendo de este componente ritual navideño, una posibilidad artística en donde Fe, creatividad y conciencia ecológica son inseparables. (O)





