Esta noche es Nochebuena

Permítanme retornar a mi niñez. No recuerdo luces multicolores ni dibujos animados. Estoy en la casa de mis padres en Sígsig, un pueblito sano con sabor a Belén, junto a mis abuelos, hermanitos y dos tíos. La luz del pueblo es tan mala que hay que prender una vela para ver los focos. 

La tarde del 24 de diciembre estuvo repleta de pequeños y grandes ajetreos, entre ellos la preparación de la ropa para la infaltable misa de gallo en la Nochebuena. A las once de la noche el templo ya estaba repleto de devotos con los infaltables priostes. El ambiente conjugaba bien el frio andino con el calor de una fiesta para niños y adultos. El cansancio de la medianoche nunca se dejó sentir, todos estábamos despiertos y expectantes: el Niño Dios estaba por nacer. 

En la parte posterior alta del templo, estaban quienes con diversos instrumentos alegraban esa madrugada: un pequeño órgano a fuelle, un corito de niños, guitarras y panderetas, gallitos de barro y pitos de carrizo accionados con agua y algo más. La bulla tenía un ritmo inconfundible.  La hora había llegado, Jesús niño se hacía presente nuevamente en el templo.

Terminada la misa familiares y vecinos nos dimos el abrazo de rigor; en un pueblo pequeño se conoce a todos. Sin carretera santa Klaus jamás emprendió viaje a esos parajes. El niño Dios era amo y señor de la Nochebuena, del Pase del Niño y luego de la Procesión de Reyes.

En esos tiempos idos todo era bello, sencillo, placentero. Los niños no éramos irrespetuosos ni los padres irresponsables. El amor filial y paternal reinaba en cada hogar. Terminada la misa, los villancicos y los saludos, caminamos a casa: allá nos esperaba un sabroso chocolate preparado con el cacao cultivado en Pueblo Pata, Morona Santiago y las tortillas de maíz hechas por mamá con las mazorcas cosechadas en El Guabo, propiedad de mis abuelos maternos, Adelaida y Benjamín, oriundos de la bella Loja que un día la dejaron, con dolor, en busca de mejores perspectivas. Los regalitos, ´made in house´, eran muñecas, dulces, trompos, pelotas de trapo y similares. Para la misa del gallo siempre nos vestíamos con decoro: ropa limpia, remendada a veces, pero muy bien planchada. 

La navidad de mi infancia se quedó conmigo como fresca e indeleble vivencia. (O)

Dr. David Samaniego

Dr. David Samaniego

Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Fundador de Ecomundo, Ecotec y Universidad Espíritu Santo en Guayaquil. Exprofesor del Liceo Naval y Universidad Laica (Guayaquil), Rector del colegio Spellman (Quito) y del colegio Cristóbal Colón (Guayaquil).
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