Cuando Chantal Mouffe pregunta “¿cómo se crean las formas de identificación colectivas y qué papel desempeñan los afectos/las pasiones en este proceso?” (2020, pág. 42), plantea, por oposición la reflexión de ¿cómo converger el antagonismo en agonismo^[1]? Es decir, en una versión agonista, no conflictiva, del disenso.

Así, del enemigo al adversario, la política reconfigura el espectro emocional-racional de la construcción de identidades, estableciendo la distinción nosotros-ellos que, sin ignorar los afectos, sea capaz de convocar nuevos acuerdos.

La Universidad de Cuenca, una Universidad en Cuenca, depende de la lectura, perspectiva y propuesta, entra en la recta final de un proceso de elecciones que nos deja varias lecturas, lecciones y retos:

Primero, si entendemos que la democracia se afinca en la confianza que, a su vez, reposa sobre los pilares de la competencia -en tanto capacidad para-; y probidad -en tanto actitud transparente del ejercicio de la competencia; miramos como el proceso electoral ha sido fuertemente criticado por la comunidad universitaria, llegando incluso a exponer a una Universidad a un proceso de intervención externo.

Segundo, muchos candidatos no son, necesariamente, señal de mucha democracia, también puede expresar falta de liderazgo y, justamente, por ello, un gran número de opciones emergentes.

La segunda vuelta no es proceso lineal en el cual el que llegó adelante en primera vuelta ha consolidado una ventaja justa y suficiente; el tablero es algo más complejo cuando integramos los conceptos antagonismos y agonismos que marcan la relación de los dos candidatos con quienes no llegaron a segunda vuelta.

Un candidato, aunque con un interesante 35% la tiene cuesta arriba para intentar, con discurso ajeno, conquistar el apoyo de sus antagonistas en primera; en tanto que el segundo, aunque parte de bastante más atrás, podría tener la pita en cuesta abajo dado su relación de agonismo con adversarios no enemigos que podrían, en coherencia, conformar un frente por, lo que ha sido un factor común discursivo, el cambio como motor de identidad y movilización. (O)