
Por las calles Jaime Roldós y Clemente Yerovi, en el barrio Urubamba, siete murales abren un museo a cielo abierto que respira memoria, identidad y participación en el marco del proyecto ‘Fundación de Colores’.
Esta iniciativa, impulsada por la Dirección de Cultura del Municipio de Cuenca y ejecutada junto al colectivo Graffitopia, convierte las paredes del mercado 12 de Abril en un lienzo vivo donde la tradición dialoga con el presente.
El arte
Jonathan Koupermann, titular de la Dirección de Cultura, Recreación y Conocimiento del GAD Municipal, explica que la intervención se inserta en una política que reconoce al arte como trabajo.
“Cada convocatoria tiene un presupuesto, los artistas son remunerados y reciben herramientas para desarrollar sus propuestas. Esta vez se invirtieron 10.000 dólares”, señaló.
Pero el proceso va más allá del embellecimiento. Es un ejercicio de participación ciudadana. “No intervenimos sin el consentimiento de los vecinos porque tienen que autorizar por escrito. Muchas veces, son ellos mismos quienes solicitan que sus paredes se conviertan en murales”, agregó.
Fue el caso de Urubamba, donde los moradores pidieron revitalizar el entorno del mercado.
Cada convocatoria gira en torno a una temática. La anterior fue “Raíces y colores” y se ha lanzado “Leyendas de mi Llacta”, que incluirá talleres con el colectivo Barojo para que los artistas seleccionados profundicen en la relación entre lo rural y lo urbano.
El presupuesto para murales y cajetines eléctricos suma alrededor de 40.000 dólares.
Koupermann subrayó el impacto de esta iniciativa. “Buscamos que haya una apropiación del espacio público. Además, con mayor asistencia de personas se genera mayor seguridad, se fortalece la comunidad y, además, se crean atractivos turísticos”, indicó.


Artistas
El artista Esteban Vásquez, diseñador visual y director del colectivo Graffitopia, detalla que el proyecto se planificó con la directiva barrial.
“Los moradores participaron en la adecuación de las paredes. Eso generó un lazo con el proyecto. Incluso organizamos talleres para niños, para que sientan propio el trabajo”, mencionó.
Los murales parten de relatos orales, de las historias que corren por el barrio. Cada obra recoge esa memoria y revela el concepto del artista.
Las técnicas empleadas priorizan la resistencia: impermeabilización, base blanca, pintura para exteriores, detalles en aerosol y una capa final de laca para protegerlas debido a que están a la intemperie.
“El resultado fue muy positivo, la gente del mercado y los visitantes lo sienten como un atractivo más. Al final, el objetivo era ese rescatar tradiciones, cosmovisión andina, la esencia del comercio que late aquí”, dice Vásquez.
Graffitopia tiene entre sus integrantes a Xavier Rodríguez, Alberto Choco, Amelia Muñoz y Ángel Pintado. Suman entre ocho y 10 años de trayectoria individual en el arte urbano. Ahora sueñan con replicar este modelo en otros espacios.
“Queremos invitar a las directivas de otros barrios para que busquen este tipo de intervenciones, que planteen proyectos comunitarios”, afirmó.
De esta manera, el arte sale de los museos para tomar las calles y generar un diálogo directo con la vida cotidiana. En cada pared pintada, hay color, memoria, participación y una invitación a mirar la ciudad con otros ojos.
Intervenciones
La entrega de esta nueva obra mural se suma a un conjunto de intervenciones artísticas en distintos sectores de la ciudad, como en la Plaza del Arte, calle Larga, la Bajada del Vado, la intersección con la Convención del 45, así como en 40 cajetines distribuidos en el Centro Histórico.
A esto se suma también la intervención mural en la parroquia San Joaquín, desarrollada a través del proyecto Tumipamba, ganador de los Fondos Concursables 2024.
Hasta la fecha, se han ejecutado más de 30 murales en distintos puntos del cantón, contribuyendo a la revitalización estética y cultural del espacio público. (PNH)-(I)
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