Mujeres rurales: guardianas de la tierra y del agua

Cada 15 de octubre se conmemora el Día Internacional de la Mujer Rural para reconocer su contribución al desarrollo agrícola y la seguridad alimentaria.

En el Día Internacional de la Mujer Rural, se visibiliza el trabajo silencioso y fundamental de quienes sostienen la vida en el campo

Cada 15 de octubre, el mundo conmemora el Día Internacional de la Mujer Rural, una fecha instaurada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2007 para reconocer la contribución de las mujeres campesinas e indígenas al desarrollo agrícola, la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza.

En el Austro ecuatoriano, estas mujeres no solo cultivan la tierra, sino que resguardan semillas, cuidan el agua, transmiten saberes ancestrales y sostienen comunidades enteras, muchas veces sin el reconocimiento ni las condiciones que merecen.

Detrás de cada cosecha, de los alimentos que llegan a la mesa y de los bosques que aún resisten, hay manos femeninas que siembran, cocinan, lavan y cuidan.

Su jornada comienza antes del amanecer, entre animales y huertos, y termina entrada la noche, luego de tareas domésticas, trabajo agrícola y productivo.

“Líder no se nace, se hace”

En la comunidad La Dolorosa de Ludo, en Sígsig, Bélgica Jiménez es un rostro visible de esa lucha cotidiana. Presidenta de la Asociación de Productores San Luis Beltrán e integrante de la Red Agroecológica del Austro, Bélgica ha forjado su liderazgo desde la experiencia comunitaria y la defensa del territorio.

“Líder no se nace, se hace. Yo nací viendo las desigualdades sociales y las injusticias”, afirma.

«De mis ancestros aprendí a cuidar la naturaleza, las semillas, los cultivos, porque si no hay semillas, no hay alimentos ni soberanía alimentaria».

Para conmemorar el Día de la Mujer Rural y el Día Mundial de la Alimentación (16 de octubre), la Red Agroecológica del Austro cumplirá este 16 de octubre de 2025 desde las 09:00 un encuentro en la Universidad de Cuenca, con apoyo de la Fundación Gamma.

Habrá intercambio de semillas, pampamesa y exhibición de platos típicos con tubérculos andinos con la participación de organizaciones de Azuay, Cañar y Morona Santiago.

“Las mujeres rurales estamos resistiendo desde nuestros territorios. Defendemos el agua, la tierra y proponemos la agroecología como alternativa frente a un sistema que nos quiere silenciar”, dice Bélgica.

Defensora de Quimsacocha

Una voz joven es la de Ñusta Pérez, defensora del agua e integrante de comunidades de Tarqui, San Pedro de Escaleras, Victoria del Portete, Santa Marianita y Girón. Su lucha por Quimsacocha es heredada.

“Desde el vientre de mi madre conocí Quimsacocha. Mis padres me inculcaron causas justas, sobre todo la defensa del agua. Hemos logrado que se revoque la licencia ambiental (del proyecto Loma Larga) y seguiremos pidiendo la cancelación definitiva de las concesiones mineras”, asegura.

Ñusta hace un llamado a las nuevas generaciones para informarse y participar activamente en la defensa de los derechos humanos y de la naturaleza.

“Necesitamos jóvenes con pensamiento crítico, informados, que no se dejen llevar por discursos vacíos. La defensa del agua no es solo nuestra, es de todos”.

Sabiduría ancestral

En El Carmen de Jadán en el cantón Gualaceo, Esthela Tacuri, de 64 años, dedica sus días a la agricultura y la medicina ancestral. Junto a otras mujeres de su comunidad, produce verduras, prepara medicina ancestral y participa en la reforestación de la zona del Aguarongo.


Esthela Tacuri, del Carmen de Jadán, de 64 años, trabaja en medicina ancestral. XCA

“Sembramos plantas que atraen el agua y cuidamos las fuentes. No hacemos quemas. Reforestamos porque sabemos que sin agua no hay vida”, dice. A pesar de su edad, continúa trabajando bajo el sol, la lluvia o el granizo, como lo ha hecho toda su vida.

Asimismo, en la parroquia Tomebamba de Paute, Verónica Rivera combina la producción agrícola con la participación en ferias agroecológicas en Cuenca. Cultiva limón, aguacate, chirimoya, guayaba, fresa, mora, zanahoria y granadilla, entre otros productos.

“La vida de la mujer rural es dura y sacrificada. Producimos, criamos a nuestros hijos, tejemos artesanías”, asegura. Entre los mayores retos señala el cambio climático y la migración.

“Muchos hombres han migrado a otras ciudades u otros países y somos las mujeres quienes quedamos sosteniendo la familia y la tierra”.


Verónica Rivera, de la parroquia Tomebamba de Paute, participa en la feria agroecológica en el Parque del Ferriocarril. XCA

El trabajo de las mujeres rurales no se limita a la producción de alimentos: es defensa del territorio, transmisión cultural, cuidado de la biodiversidad y resistencia frente a modelos económicos que muchas veces las excluyen. Su aporte sostiene economías familiares y comunitarias.

Bélgica Jiménez señala que se debe levantar la voz y demostrar que otra forma de vida es posible, en armonía con la naturaleza y entre hombres y mujeres. (PNH)-(I)

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Patricia Naula Herembás

Licenciada en Comunicación Social con experiencia en medios tradicionales y digitales. Hace coberturas y en redacción de temáticas de emprendimiento, empresarial, sociedad e interculturalidad.

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