Cuando un Estado escamotea la salud al pueblo, atenta contra la vida humana.
Cuando el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) se desentiende de sus hospitales, está echando de menos la salud, la vida, de sus afiliados.
Si los aportantes, entre ellos los jubilados, acuden a esos hospitales en busca de cura para sus dolencias, y no encuentran sino indiferencia, escasez o carencia total de medicinas, mala atención médica, postergación de cirugías, es muestra fehaciente de deshumanización.
Peor si perciben la corrupción, el reino de las mafias a fin de amañar supuestos concursos para adquirir medicinas, equipos médicos, contratar personal; la complacencia o complicidad de las autoridades para denunciar estas trapacerías; igual la condescendencia de funcionarios, empleados o trabajadores para esquivar el bulto.
Desde hacía varios años, todos esos males, cual epidemia, han corroído los hospitales del IESS, en especial los ubicados en Quito y Guayaquil.
Pasan de escándalo en escándalo. Los directores y otros funcionarios de alto nivel no duran en sus cargos. Son amenazados de muerte, en algunos casos han sido asesinados o secuestrados, si bien en otros, lamentablemente han terminado entregándose a las mafias.
El de Quito, ha sido intervenido por las fuerzas del orden por disposición del Gobierno. Este solo hecho constituye una vergüenza mayor.
Escuchar quejas de los afiliados sobre la existencia de mafias, la falta de medicinas, algunas recetadas en papeles simples y sin firma de los médicos responsables u obviando recetar las existentes, la postergación de cirugías por no haber insumos ni camas, es insólito, propio de un país poblado de cavernarios.
Como sociedad, debería de dolernos, de sentir indignación ante tan degradante situación.
Tarde o temprano las fuerzas del orden saldrán del hospital de Quito, ¿y? ¿Será el último día del intervencionismo y primero de lo mismo?