Celebrar no basta

Está bien celebrar, como cada Primero de Mayo, el Día Internacional del Trabajo con marchas para denunciar posibles abusos, exigir reivindicaciones sociales y laborales, a lo mejor repitiendo las  proclamas de siempre y recordando a los Mártires de Chicago, sin cuyas protestas no habría sido posible la jornada laboral de ocho horas y otros derechos posteriores.

Empero, la clase obrera, el empresariado, el Estado, y, como parte de él, el Ejecutivo y el Legislativo, deben entender el giro radical de las actividades productivas, la incidencia tecnológica; un Código Laboral añejo pese a ciertas reformas cosméticas, una economía cada vez más globalizada, cuyas  crisis repercuten casa adentro.

Es momento de sincerarse. De sentarse frente a frente para debatir sobre potenciales cambios, pero cambios de verdad, si bien respetando los derechos adquiridos, pero abriendo el abanico de alternativas encaminadas a superar el desempleo, la informalidad; no encerrarse en los dogmas ni en posiciones intransigentes.

La flexibilidad laboral, tantas veces preterida, no debe ni ir a los extremos, pero tampoco hacerla a un lado. Es en estas tensiones cuando debe imponerse el diálogo, en especial pensando en los cientos de miles de desocupados y subocupados; pues, al fin y al cabo, los trabajadores sindicalizados, sobre todo en el sector público, gozan de derechos, en muchos casos orondos.

Exigir, es correcto; pero también proponer en base a la realidad. Urgen cambios en el Código Laboral, en la ley del IESS. Seguir postergándolos es continuar caminando en la misma vereda maltrecha y nublada.

Si el mundo cambia a ritmo vertiginoso, no hay razón para seguir reteniéndose, peor retrocediendo.

Guste o no estamos en un mundo competitivo, en el cual la empresa privada juega un rol crucial. Invierte, da trabajo, no así el Estado, un “mercado laboral” para la burocracia, en muchos casos innecesaria.

Solo es cuestión de entender la realidad.

DZM

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social con experiencia en coberturas periodísticas, elaboración de suplementos y materiales comunicacionales impresos. Fue directora de diario La Tarde y es editora.

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