La credibilidad es el mejor sustento de un Gobierno. Si no es así, puede trastabillar y meterse en problemas.
El estiaje comenzaría en septiembre próximo, afectando a las diversas cuencas hidrográficas, cuyas lluvias vierten en los ríos y estos en las centrales hidroeléctricas para la generación y distribución de energía.
El Gobierno niega, una vez más, el regreso de los temidos apagones, causantes de miles de millones de dólares como ocurrió en 2024.
Siendo prácticos, esos temores o rumores se generan por cuanto la energía contratada a varias empresas privadas no ha sido instalada aún, ha sido a medias; y, en el peor de los casos, una de ellas apelará al arbitraje internacional tras haber sido notificada con la terminación unilateral del convenio.
Otro contratante, debe, al paso, cambiar piezas de los generadores por no ser compatibles con la frecuencia eléctrica del país.
Pero el Ministerio de Energía acaba de reiterar: no habrá apagones. Es pródigo en detallar la cantidad de megavatios instalados mediante barcazas, la recuperación de otros MW, provenientes de las unidades térmicas e hidroeléctricas. Hasta habla de inaugurar, no se sabe cuándo, las centrales El Descanso y Gasvesubio.
Sin embargo, consultores eléctricos hacen una advertencia: la generación instalada hasta el momento no es suficiente ante la demanda del servicio.
El déficit, según el operador nacional de electricidad, CENACE, será de 1.000 megavatios.
Por ello, los consultores hablan de un eventual faltante de 1.200 megavatios. Esto, porque Colombia no volvería a vender energía al Ecuador, y los proyectos en marcha no se ejecutan dentro de los plazos previstos.
El optimismo oficial, sin duda en un aliciente. Ojalá los rumores y los análisis de los consultores se evaporen pero con la realidad y la eficiencia.
Está en juego la palabra del Gobierno, es decir su credibilidad.
