¿A dónde vamos?

Serenidad, capacidad de escucha, rectificar a tiempo, entender y sopesar la dura y hasta extrema realidad nacional, son vitales, impostergables para que gobernantes y gobernados impidan el eventual descarrilamiento del país.

Urge también no querer gobernar a saltos, dejándose llevar por la coyuntura, hasta por el azar, la pasión, o por el resentimiento cuando algo no sale bien, así la intención sea la mejor; peor intentar copar todos los espacios de poder, así sus contrapesos le estorben, no se ajusten a su proyecto o visión del país, o hasta le pongan zancadillas en pro de su fracaso, si es posible hoy, máximo mañana para “pescar a río revuelto”.

Tampoco vale, desde la otra orilla, desentenderse, y, a lo mejor, a propósito, de la realidad, una realidad cuyo impacto le tiene al Ecuador sobre las cuerdas.

No conviene ningún fundamentalismo, tampoco posiciones intransigentes, revanchismos; peor, lecturas sesgadas de la Constitución y demás Leyes, ni interpretar que los derechos, muchos de ellos medio románticos, son una coraza para hacer de todo, exigir todo, si es posible desde el cómodo metro cuadrado de cada uno, y hasta para delinquir y someter al Estado sabiendo la tibieza o ligereza al momento del juzgamiento, si acaso llega a darse.

Se viven tiempos difíciles y muy pocos entienden sus alcances, en especial en materia de seguridad, un campo minado cuya capacidad de explosión es impredecible, no combatible con teorías, con planes desarticulados ni desorganización social.

Por los últimos acontecimientos políticos, ya se ven tensiones de toda índole, algo parecido a una lucha por saber quien tiene más fuerza, y hasta de querer poner como árbitro a las masas a cuyos oídos llegan cascadas de comentarios, algunos esclarecedores; lamentos, condolencias, intereses inconfesables disfrazados de análisis, la ignorancia supina aplaudiendo, en suma, una Torre de Babel.

DZM

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social con experiencia en coberturas periodísticas, elaboración de suplementos y materiales comunicacionales impresos. Fue directora de diario La Tarde y es editora.

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