El Mercurio, 101 años

Una prensa libre le hace bien a cualquier país democrático.

Una prensa amordazada, controlada desde el poder a través de interpretaciones legales maniqueas; o de manera sutil; o considerándola como enemiga del gobernante de turno, solo tiene cabida en naciones totalitarias o con democracias maquilladas.

Un periodismo sin trabas, investigativo, crítico, pero también propositivo, pluralista y transparente, es el espejo en el cual deben mirarse los gobernantes ni bien se despierten.

Valga el símil. Como el buen amigo, el correcto, el sincero, le hacer ver el mal camino por el cual está transitando el otro, así, la prensa libre le hace notar los yerros a un gobernante; la corrupción, el tráfico de influencias; le hace llegar el clamor popular.  

También le sigue a pie juntillas si muestra ínfulas por tener bajo su control todos los poderes del Estado, por crearse enemigos con los cuales confrontar; por menospreciar a la oposición política, sobre todo si irrespeta la libertad de prensa, si hace del silencio su política comunicacional, o mide la pauta publicitaria estatal según la ecuación amigo-enemigo.

Los medios de comunicación, por cuya experiencia acumulada durante décadas, enfrentando, incluso, el acoso de dictaduras, de gobiernos intolerantes, que hasta se solazaban rompiendo en público los diarios impresos, no estamos dispuestos a bajar la guardia, así sobrevivamos en medio de complicadas situaciones económicas, o batallando contra ejércitos de troles para menguar su credibilidad.

Por ventaja, aún quedan periodistas jamás dispuestos a ser estenógrafos; para quienes el sagrado deber de buscar la verdad y querer su oficio sigue intacto.

No por vanidad, pero al amparo de lo descrito El Mercurio cumple hoy 101 años de ejercicio periodístico, teniendo entre sus miles de lectores (del impreso y digital) a sus fieles críticos. Y por ellos seguiremos cumpliendo nuestra misión histórica.  

REM

REDACCION EL MERCURIO

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