La reciente caída del riesgo país ha sido presentada por el Gobierno como un hito de gestión. Y, en efecto, reducir a 571 puntos en un contexto internacional adverso no es un logro menor. Sin embargo, la experiencia ecuatoriana de los últimos tres años demuestra que este indicador, por sí solo, no genera los cambios estructurales que el país necesita. En 2022, con un riesgo país que cerró en 1.255 puntos, Ecuador recibió 882 millones de dólares en inversión extranjera directa (IED). Un año después, el riesgo prácticamente se duplicó y la IED cayó a la mitad. Pero lo más revelador ocurrió en 2024: a pesar de un descenso drástico del riesgo país, la inversión extranjera se estancó en niveles mínimos.
Esta desconexión entre riesgo país e inversión no es accidental. Los inversionistas internacionales no solo miran la prima que paga un país frente a los mercados; evalúan un conjunto más amplio de factores que en Ecuador siguen siendo frágiles: inestabilidad política, conflictividad social, debilidad institucional, inseguridad jurídica y un clima de violencia que erosiona la confianza. Mejorar un indicador financiero sirve, sin duda, para enviar señales; pero las señales pierden fuerza cuando el entorno doméstico no ofrece garantías mínimas de estabilidad ni de continuidad en las reglas del juego.
De allí que el optimismo oficial resulte prematuro. Si la reducción del riesgo país realmente fuera suficiente para dinamizar la economía, Ecuador estaría viendo ya un repunte en los flujos de inversión. Para que el país pueda acercarse a cifras que superen los 700 millones de dólares en IED —el umbral mínimo para considerar que la tendencia se revierte— se necesitaría algo más que una mejor calificación en los mercados. Se requiere un cambio profundo en la forma de gestionar el Estado, una agenda de gobernabilidad creíble y un giro contundente en seguridad que devuelva previsibilidad a las decisiones económicas. Reducir el riesgo país es una buena noticia, sí, pero no puede ser usada como cortina de humo para ocultar pendientes estructurales.







